Ha querido el destino que la reina del soul se nos haya ido el mismo día del calendario, un 16 de agosto, que el rey del rock, Elvis Presley. Aretha Franklin era el envés de la figura del de Tupelo, hombre, blanco y del sur. Aretha, negra, mujer y del norte, era la madre de todas las cantantes, a quien tantas participantes de concursos de talentos imitan sin saberlo cuando impostan una voz negra, porque antes que divas pop como Beyoncé, Mariah Carey y Whitney Houston estuvo ella, que aunaba la actitud de Billie Holiday con un registro vocal de cinco octavas. Fue la madrina artística de Whitney Houston. La madre de esta, Cissy, había sido corista de Aretha Franklin y de Elvis.

Le dio una vuelta a "Respect", la canción de Otis Redding en la que un hombre pedía respeto a su mujer tras una dura jornada de trabajo, y la convirtió en un himno de los derechos civiles y de la mujer. Un año después cantó en el funeral de su amigo Martin Luther King y en 2009 en la investidura de Obama, actuaciones que la situaron en la historia de Estados Unidos.

Su interpretación de "Think" en la película de 1980 "The Blues Brothers" (aquí "Granujas a todo ritmo") la volvió a colocar en la cúspide de la cultura popular y en la banda sonora de millones de fiestas hasta nuestros días. Es imposible no gritar ese "¡freeeedom!" del estribillo.

En 1998 dejó con la boca abierta a todos cantando el "Nessum dorma" en sustitución de un Pavarotti enfermo en la entrega de los Grammy. Hace tres años volvió a bordarlo con motivo de la visita del papa Francisco a Filadelfia. Su voz seguía en forma.

Ocultó su cáncer para no trasladar su dolor al resto del mundo, un gesto de generosidad digno de una madre hacia sus hijos. La reina madre del soul ha muerto. Dios salve a la reina.