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José Manuel Ponte

inventario de perplejidades

José Manuel Ponte

Pare, escuche, mire

Leo en la prensa que el concello de Oleiros ha instalado unos novedosos pasos de peatones que cumplen una utilísima doble función en beneficio de los transeúntes. De una parte, van pintados en el suelo con un material termofusible antideslizante que proporciona mayor seguridad a los vehículos cuando llueve, sobre todo a las motos, y de otra, transmiten a los peatones este mensaje:

"Coidadiño, para, mira, cruza", que es una invitación a la prudencia. La iniciativa municipal ha llamado no poco la atención del público y hasta un canal de televisión ha desplazado un equipo para dar cuenta de la novedad. La advertencia no es ociosa porque no pocos conductores, y no pocos peatones, cumplen bien el mandato de esa señal que obliga a unos a reducir la velocidad y estar más atento y a otros a parar en el borde de la acera (si la hay) y mirar hacia los dos lados antes de ponerse a cruzar.

Todos habremos visto, más de una vez, cómo alguien se echa imprudentemente a la carretera por el conocido como "paso de cebra" en la seguridad de que esa señal le concede preferencia absoluta sobre cualquier vehículo que pase por allí. En alguna ocasión empujando un cochecito de niño, y en otra, sin aminorar la marcha de una carrera atlética por la calle.

Desconozco si la idea de instalar estos pasos de peatones es una idea original del ayuntamiento de Oleiros (pionero en tantas cosas) o la importó de otro lugar. En cualquier caso, da lo mismo porque lo primordial es hacer cosas útiles para la colectividad, sea quien fuere el autor del invento. Pese a todo, no deja de ser curioso que el día antes de la noticia sobre la inauguración de los nuevos pasos de peatones en el concello de Oleiros se publique en un importante periódico nacional un artículo del escritor leonés Julio Llamazares con el título Pare, escuche, mire. Y recuerda allí el autor de La lluvia amarilla, Luna de lobos y de tantos otros buenos libros que hubo un tiempo que en las vías férreas de Portugal estaban instaladas unas señales que avisaban de la presencia de los trenes con este mensaje inequívoco:

"Atençao aos comboios. Pare, escute, olhe". Es decir: "Atención a los trenes. Pare, escuche, mire". Más o menos lo mismo que ahora nos recomienda el ayuntamiento de Oleiros en nuestro propio beneficio. Pero Llamazares va un poco más allá y aprovecha la ocasión para interpretar el lema ferroviario portugués como un consejo para alcanzar la felicidad. Especialmente en estos meses de estío en los que el ritmo de la vida parece ralentizarse y la contemplación sustituye, de forma pasajera, a las idas y venidas de las rutinas laborales y al vértigo de los horarios estrictos. Por eso mismo -reflexiona el escritor leonés-"hay que pararse para escuchar y mirar delante y alrededor de nosotros, no vaya a ser que el tiempo nos atropelle como un convoy invisible de esos que no se les oye llegar porque no escuchamos con atención". Sabias palabras.

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