En el Vigo Viejo hay una estrecha vía o callejón que va desde la Plaza (de la Constitución) a la Plazuela Vieja (hoy de Almeida). Allá por el siglo XVIII era conocida como rúa de la Amargura, y así se mantuvo hasta 1904 que pasó a denominarse de Emilio Rubín Velázquez.

Este personaje (Vigo, 1827-Madrid, 1893), soltero, era hijo de Francisco Rubín y Rosa Velázquez. Emigró a la capital del Estado y al parecer, cuando murió, dejó una respetable fortuna. En su testamento, de 8 de enero, manda que sus bienes, derechos y acciones se dividan entre 5 por igual entre sus herederos (una parte eran títulos del Banco de España al 4% por un valor nominal de 64.700 pesetas); el cupo tenía como usufructuarios a los nietos de su difunto hermano Indalecio Rubín y por fallecimiento de éstos irá la propiedad consolidada con el usufructo para los establecimientos de beneficencia e instrucción gratuita de la ciudad de Vigo, en la que ha nacido.

En la sesión municipal de 28 de marzo de 1884 se anunciaba que se recibió una libranza contra la sucursal del Banco de España de 2.000 pts., legadas por E. Rubín Velázquez, hijo de Vigo, para que se reparta entre las obras caritativas que sostiene el Ayuntamiento. El alcalde olívico, de acuerdo con Rogelia y Carlota Rubín, hermanas del benefactor, dispuso dedicar 500 pts. a la Casa de Caridad, mitad para las Hermanas de los Pobres y otro tanto para las Siervas de Jesús; además que se apliquen 110 pts. para cada una de las dos escuelas del centro de la ciudad, lo mismo para el par del Areal; 60 pts. a cada una de los dos de Sárdoma; lo mismo a las de Freixeiro; 40 pts. a la de Castrelos; junto con 120 pts. a la Escuela Dominical.

El cuerpo municipal hizo constar su voto de gratitud a dicho filántropo y, a propuesta del edil B. España Peñaranda, se tuviese en cuenta su nombre para cualquier calle de la ciudad. He aquí un nuevo nombre para una calle tradicional y popular, en el corazón de la zona histórica.

Pero, centrémonos en los "cesteiros". En su totalidad eran de origen portugués, aunque sólo sabemos un puñado de lugares de nacimiento, repartidos por la mitad norte del país luso: Ponte da Lima, Oporto, A Guarda, y de la parroquia de Gonzalo, en la Beira Baixa, estos dos últimos muy lejanos.

En la matrícula industrial de 1820 sólo constan cuatro, pequeño número que hace sospechar eran los "cabezas de familia". Diez años después pagaban 77 pts. por la Tarifa 8ª, Clase 8, y 90 pts. en 1848 (malos tiempos); bien poco dinero para la época... Estamos ante un colectivo de artesanos socio-económicamente modestos.

En ese año de 1830 en el padrón municipal ya aparecen los mismos 4 negocios (viviendas con bajo). Pero, en 1840 ya aparecen 7 "cesteiros". Se reducen a 3 en 1945 (Joaquim Soares da Costa retirado). Y ya no se registra ninguno en 1950. Nos parece que estos datos están en parte errados, contradiciéndose con las imágenes que nos ofrecen los periódicos; el más fiable y completo es extrañamente el de los años 40. No perdamos de vista que hay mucha ocultación fiscal, sobre todo entre los menos afortunados.

En los citados padrones municipales de 1930/40 se indican edades de nacimiento que van desde 1870 (el más viejo) hasta 1911, de manera que abrumadoramente los hay mayores y jóvenes, faltando los maduros.

En cuanto al nivel de instrucción cuatro no sabían ni leer ni escribir -eran analfabetos- y los mismos sí manejaban las destrezas básicas de la formación elemental. Los hijos menores iban a Vigo a la escuela, si bien desde los 12/13 años ya trabajaban en el oficio.

Estaban considerados cesteros de portal (había también en A Bouciña y Barreiro, autóctonos y sin lonja abierta), pues tenían el lugar de venta en el bajo de las casas, como ahora.

Todos ellos residían en la de aquella popular calle de Emilio Rubín, compartiendo espacio con los trabajadores manuales: artesanos, marineros, etc., y un hospedaje, abacería y bodega, estos últimos en 1920 y luego desaparecidos. Había asimismo tres vecinos portugueses -y los hijos de uno-, eran calificados con el impreciso término de jornaleros; en esta calle muchos eran, como ellos, nacidos fuera de Vigo (Castilla, Oviedo?).

Se trataba de un negocio familiar, de manera que tanto laboraba el "cabeza de familia" junto con los hijos/as en edad de trabajar; esto se da en casi todos los casos. En este magro sector artesanal, hasta hubo al frente una mujer (Amalia Riveiro, de Ponte da Lima).

Finalmente, 3 estaban casados con portuguesas (se deduce por los apellidos) y otros 3 -ya mayores- con viguesas, lo cual quiere decir que una parte de ellos venían solteros desde el otro lado de la raia.

Estos auténticos elaboradores de objetos de mimbre, hace años que han desaparecido, vendiéndose, aunque siguiendo la tradición, productos importados.