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Antonio Rico

Imperativo "Shoah"

Hace unos días, en París, ha muerto Claude Lanzmann, el director del documental "Shoah". Ya sé que estamos en verano. Ya sé que el sol, las terrazas, la vida en general y la programación televisiva en particular piden dedicar el tiempo libre a pasear, contemplar el mundo bajo una sombrilla, hacer planes optimistas que el invierno se encargará de poner en su sitio o ver una vez más "La guerra de las galaxias". Lo sé. Pero si disponen de diez horas, les recomiendo ver "Shoah", el testimonio más duro y exacto sobre el exterminio industrial y metódico de los judíos llevado a cabo por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. "Shoah" es un documental diferente porque no hay reconstrucciones de los campos de exterminio, ni imágenes de archivo que hieren como agujas en los ojos, ni música a la que poder agarrarse (como en "La lista de Schindler") cuando todo se vuelve del color del humo de las chimeneas de Auschwitz. "Shoah" es un documental basado en los testimonios, palabras, silencios y miradas de las víctimas del Holocausto, de los que participaron de manera u otra en el exterminio, de los testigos de lo que sucedió en una época en la que el mayor horror era posible sin que Dios moviera un solo dedo para evitarlo. ¿Cómo fue posible todo aquello?

El documental sobre los nazis es un género muy popular en Canal Historia o National Geographic, puede que más que los documentales sobre los extraterrestres o la Atlántida, que ya es decir. El problema, o el peligro, de este interés por los nazis es que podemos convertir el Holocausto en una rama de la ufología o de la arqueología recreativa. El antídoto contra el revoltijo formado por Hitler, el área 51 y la utilización de los textos de Platón para localizar la Atlántida en cualquier lugar del planeta Tierra es, precisamente, "Shoah". No es que quiera arrastrarles a ver "Shoah", como hace Alvy Singer con Annie en "Annie Hall" con el documental "La pena y la piedad", pero me parece que dedicar casi diez horas de verano a la obra maestra de Lanzmann nos permite entender mejor el sol, las terrazas, la vida en general y la programación televisiva en particular. Y, sobre todo, "Shoah" siempre consigue que veamos los problemas del mundo desde el punto de vista de una peculiar reformulación del imperativo categórico kantiano: obra de tal manera que ningún Lanzmann tenga que volver rodar un documental como "Shoah".

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