Hace unos días el Instituto Galego de Estatística (IGE) hizo públicos los datos del segundo trimestre del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) para Galicia. Un índice que integra varias componentes; entre ellos, la opinión de los gallegos sobre su propia situación y sobre la economía gallega en conjunto. Para contextualizar los datos, el gráfico adjunto arranca en el primer trimestre de 2010. Destacan dos resultados.
El primero es que, en los años duros, la percepción de la situación individual fue sistemáticamente mejor (o menos mala) que la colectiva, reflejando un sesgo pesimista que, sin duda, contribuyó a agravar la recesión: personas a las que las cosas no le iban muy mal en lo económico aplazaron, sine die, decisiones de consumo de todo tipo, embargadas por el pesimismo general.
El segundo es que hoy nos situamos en el valor mínimo de la serie desde 2010 en cuanto a perspectivas individuales y uno de los más bajos en lo que atañe a perspectivas generales.
Pero la situación podría ser incluso mejor si avanzásemos en los problemas de calidad de empleo y de inserción laboral de más jóvenes. La revitalización de los pactos entre los agentes sociales es probablemente la mejor noticia de este mes. A los acuerdos en materia de salarios, deberían seguirle pactos para reducir sustancialmente la temporalidad y las estrategias de externalización abusivas. La Sociedad en su conjunto saldría ganando.
*Director del Foro Económico de Galicia
