Y es que no era oro todo lo que relucía en aquella época. Los ochenta o noventa barcos que formaban la bucólica flota, fueron poco menos que cárceles de oro para sus tripulantes, en especial para la "marinería rasa" que sufrió lo indecible en el trabajo del día a día en aquellos cascarones flotantes. Hablar con algún veterano de la época (ya quedan pocos) sobre esta realidad, es acabar compartiendo su angustia profesional. Trabajaban en la cubierta, a expensas de vientos y olas no siempre amigables; comían en cubierta, alrededor de una fuente de "caldeirada" para todos que a veces era anegada por el propio mar; hacían sus necesidades por la borda, con lo de inhumano tiene el proceso, y dormían (es un decir) en catres inmundos sobre una bolsa de "follato" de maíz, acompañados de ratas, pulgas y chinches. Su ropa de aguas eran impermeables que les preparaban sus mujeres cubriendo de aceite de brea unas piezas de tela y los correspondientes gorros y, los descansos en tierra, eran escasos y siempre a expensas de tener que salir para el mar cuanto antes. Y no digamos a la hora de repartir ganancias porque aquellos marineros estaban mal pagados y mal protegidos ya que sus cotizaciones a la S.S. eran ínfimas y así les fue a la hora de la jubilación. Con este panorama tratar de sobrestimar aquella época en contra de la actual a pesa de los cambios sufridos, es, cuando menos, una injusticia. Pues? que no vuelva.

Dos: bucolismo