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En plena elaboración de la Constitución, a finales de los setenta, la revista "Cuadernos para el Diálogo" publicó el borrador, lo que dinamitó aquel texto que los llamados padres de la patria tuvieron que reelaborar.

Ni Sol Gallego Díaz ni Bonifacio de la Cuadra, los periodistas que lograron la exclusiva, han querido desvelar nunca, y han pasado más de cuatro décadas, el nombre de la persona que les filtró el texto. Ninguno de los siete padres de la Constitución se declaró responsable.

Era un borrador polémico, que de haber salido adelante, quizá no hubiera concitado la unanimidad que obtuvo cuando el texto constitucional definitivo fue sometido a referéndum, y no habría durado los 40 años que cumplirá el próximo 6 de noviembre.

A pesar de las voces de sirena que llaman a una reforma de la Carta Magna, o de quienes quieren tirarla por la borda, porque ya no sirve para los nuevos tiempos, ahí sigue, apta para solventar los problemas que se presentan. El artículo 155, que frenó la secesión catalana, es un buen ejemplo.

Resulta tan complejo cambiarla que la dificultad demuestra su fortaleza jurídica y su capacidad para regular la convivencia, como nunca tuvo ninguno de los articulados, desde el de Cádiz, durante la guerra con Napoleón.

¿Qué cabe apuntar de este acierto a Sol y Bonifacio? Sencillamente el mérito que se atribuye a los periodistas que consiguen una gran información, que dura lo que la noticia.

En el periodismo de entonces, se decía que veinticuatro horas, lo que tardaba en aparecer el periódico del día siguiente. En estos tiempos de la inmediatez, prácticamente nada, porque al instante sale una nueva información que matiza, desmiente o refrenda la anterior. Aunque por tratarse "Cuadernos" de una revista, duraba una semana en el quiosco.

Quiere decirse que la aportación periodística, sea la que sea, y en el soporte en que se emita, no deja de ser un gaje del oficio.

El recuerdo viene al caso porque Soledad Gallego Díaz es la nueva directora de "El País". Hacía pocos días que una amiga común, Rosa Montero, había escrito un artículo en el que suspiraba, como feminista ejerciente, por ver, antes de morir, una directora de la llamada "biblia de la transición". Parecía una premonición, y se ha cumplido.

No es la primera mujer que dirige un periódico. En Prensa Ibérica son varias las mujeres que han ejercido, y ejercen, la dirección de periódicos, alguno muy importante. Por fortuna, no es novedad, aunque lo sea en "El País".

Además, aunque coincida con el momento cumbre de la revolución femenina, desde la calle al gobierno, plagado de mujeres, Sol Gallego no llega por cuota u moda, sino por valía profesional.

Es posible que le moleste que se insista en su condición de "directora", porque no parece que tenga relación el nombramiento con la cuestión de género. Pero no podrá librarse de ser la primera mujer que llega al cargo.

Sol, como otra triunfadora, su amiga Malén Aznárez -presidenta de Reporteros sin Fronteras y defensora del lector de "El País", que ya no está entre nosotros-, fue una de las contadas mujeres que acabaron los estudios en la Escuela Oficial de Periodismo, en 1972. Menos de una docena, cuando ahora predominan en la Facultad y en la profesión.

Llega con una vasta experiencia, después de haber ocupado todas las responsabilidades del diario, incluida la dirección adjunta, y haber rechazado, según cuentan, en más de una ocasión el despacho que ahora ocupa.

Con la humildad de los buenos, una integridad a toda prueba, e ideología progresista contrastada, desde que corría en las manifestaciones antirrégimen delante de los "grises", en vida de Franco, parece una elección pintiparada. Además, es respetada por los compañeros -fue votada por más del noventa por ciento de su Redacción- y muy querida en la profesión.

Un colega le recomendaba en un tuit lo que le dijeron a él cuando fue nombrado director de otro periódico: desconfía de los amigos ruidosos, y de los enemigos silenciosos.

Quizá lo tome en cuenta, aunque tal vez no lo necesita, porque accede al puesto sin ambicionarlo, y lo abandonará cuando toque, probablemente sin pena.

Al cabo, lo que siempre le ha gustado es el periodismo, y el oficio se ejerce desde cualquier lugar. Lo importante, y vale para todo, es hacerlo bien allí donde se esté.

Suerte, Sol.

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