Ahora mismo, y en lo que respecta a la reforma del sistema financiero en Galicia, la auténtica cuestión es a quién creer. Porque si algo hay cierto por definición es que dos cosas -o relatos- distintas no pueden ser iguales a la vez, aunque en alguna ocasión produzca efectos parecidos. Que es lo que pasa con las declaraciones ante la comisión de investigación del Congreso con las declaraciones del señor Fernández Gayoso, expresidente de Caixanova y de NCG -por decisión del Banco de España- que compareció este martes para declarar ante los diputados.

(En este punto es preciso aclarar, para evitar confusiones, que esa pregunta -que no es retórica- de a quién creer no se formula para comparar la fiabilidad entre un condenado en otra causa, y las afirmaciones de personas que no fueron sujeto de acusación. La respuesta ha de relacionarse con otra cosa, obtenerse a partir de la confianza en la sinceridad de cuanto afirman unos y otros, y para esa confianza cuenta, y mucho, la coherencia en los relatos. Y a fe que la de don Julio Fernández es evidente tanto en su última comparecencia como en anteriores.

En este punto es necesaria una aclaración más. La presencia del expresidente de NCG ante el Congreso no se debió a la causa seguida contra él por la Audiencia Nacional en el asunto de las indemnizaciones y que saldó con una condena que, aparte los recursos, hay que acatar pero no compartir obligatoriamente. Lo hizo para explicar su versión del proceso de fusión de las cajas gallegas y de la resultante, NCG, posteriormente desaparecida ya con otra directiva. Y declaró con gallardía, asumiendo -y pidiendo perdón por ellos- posibles errores cometidos, sin escudarse en razones de salud pese a su avanzada edad ni derivando la responsabilidad en los consejeros.)

Formulada la matización clave -la que se refiere al aspecto judicial- y que evita la confusión entre la opinión personal y un supuesto alegato de inocencia sobre asuntos que no son hechos juzgados -lo que robustece la presunción de inocencia, que debe ser respetada y en la que cree quien esto firma-, hay otras "cosas" relevantes que traer al caso. Por ejemplo los datos de beneficios de Caixanova en tiempos de la fusión obligada y la increíble falta de información sobre elementos clave para la operación y que sí manejaba la Xunta, que incluso encargó una auditoria.

Item más. En la misma sesión declaró un coautor de la auditora, KPMG, que contradijo aspectos de su trabajo "oficializados" por la entonces conselleira de Facenda y concluyó de forma del todo distinta -lo que se puede comprobar mediante la consulta a las hemerotecas serias- Fernández Currás, que alegó por cierto en su momento "ignorancia" sobre irregularidades. Una contradicción que resaltó el autor al afirmar que la "auditoría" -pagada con fondos públicos: un millón de euros- fue más bien una "due diligence" antes que un informe y que debió hablarse de "absorción" por Caixanova de Caixa Galicia y no de "fusión", con reparto de cargos.

Por todo ellos, y por más motivos, el asunto de las cajas gallegas, que costó cientos de empleos y la desaparición de un modelo que, aún con defectos, prestaba un buen servicio a Galicia, no puede ni debe ser cerrado sin más; hay responsabilidades, al menos políticas, variadas que han de ser determinadas y asumidas. Y eso es lo que se reclama: lejos de intenciones perversas o de insidias manejadas por quienes no quieren transparencia y manipulan los relatos para que parezcan lo que no son.

¿Eh??