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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

El cuidado

A estas alturas, visto que no cesa la -previsible- escandalera desatada tras los overbooking de visitantes a las Cíes, y lo que parece un engaño organizado por más de una empresa naviera de las que cubren el servicio, no solo urge la investigación, sino aún más su resolución. No con prisas y sin garantías, pero desde luego sí con la máxima celeridad posible que, respetándolas, permita aclarar el episodio e impedir que se repita. Y con cuidado de no hacer peor el remedio que la enfermedad: algún zote hay que confunde el culo con las témporas y habla ya de "turismo sostenible", que es algo diferente al control burlado.

Aquí se ha escrito, con las primeras noticias de lo ocurrido, que no bastaría con el anuncio de la Xunta de que se abrirían expedientes de investigación interior. Que serían necesarias medidas drásticas -desde la plena legalidad, como es natural- para actuar con contundencia y cubrir dos objetivos principales: resarcir de los daños a los afectados y hacer todo lo posible por restaurar la imagen deteriorada. Lo primero será relativamente fácil, porque habrá que determinar quién vendió en falso y pasarle después las facturas que sean precisas.

Lo segundo, en cambio, es más complejo porque requerirá tiempo y la voluntad colectiva trabajando en común, algo raro en estas latitudes. Pero con cuidado, porque no conviene confundir la burla a un sistema de protección del medio ambiente, vigente, con el hecho de culpabilizar a los turistas por aceptar lo que se les ofrece para que vengan. Procede no olvidar que esto no es Cataluña, aquí no manda la CUP y -por ahora- no hay salvajes que queman autobuses con visitantes para que no vuelvan. Pero no faltarían insensatos que los disculpasen por "patriotas".

(Y no parece exagerado. Al fin y al cabo ya aparecieron los habituales pescadores en aguas revueltas que hablan del episodio como "acto deliberado para dañar la imagen de Vigo", una sandez que encaja en la retórica de ciertos entornos locales. Y nadie con sentido común debería ignorar que el peor error que se puede cometer sería el de "partidizar" el problema e integrarlo de alguna manera en la precampaña electoral que a pesar del tiempo que todavía falta empieza a notarse. Porque nadie hay que se crea en serio que toda la culpa sea solo de la Xunta o quiera disimular imputando los fallos de control a los turistas.)

Pensar que alguien pueda sacar tajada política de esta vergüenza, y además que la gente del común, viguesa y/o gallega, iba a tragar con esa rueda de molino es una falta de respeto. Que además resulta especialmente imperdonable porque partiría del supuesto de que todo el mundo, excepto un grupo de políticos, es idiota; teniendo en cuenta que esos "idiotas" son los que votan, esa tesis haría realmente a los gobernantes resultado de la falta de criterio de semejantes "lumbreras" y no sería precisamente un motivo de orgullo para los presuntos "beneficiados".

¿Eh?

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