Aristóteles en su obra "La metafísica" aseguraba que "todo hombre por naturaleza apetece saber". Creo que todos estamos de acuerdo que a nadie le gusta pasar por ignorante.

Hace más de sesenta años después de la Guerra Civil española había aquel bachillerato de siete años y aquel examen de Estado para acceder a la universidad que era un verdadero filtro pues solamente un 50% de los alumnos lograban superarlo.

De los que no pasaban este examen, muchos se ponían a trabajar y otros muchos estudiaban carreras medias como perito mercantil y, si aspiraban a más, estudiaban para profesores mercantiles y lo mismo ocurría con los peritajes industriales y otras carreras de grado medio. Quiero recordar que de estas carreras medias salió en Vigo gente de mucha valía y que ocupó cargos importantes en nuestras instituciones y empresas de la comarca que engloban nuestra ría y su interland.

Aquellos alumnos con siete años de bachiller en que no había división de ciencias o letras salían con una cultura general muy amplia y que era una base muy importante para ampliar conocimientos de toda clase.

A mediados de los cincuenta del anterior siglo XX, una vez terminado el cuarto de bachiller, teníamos que elegir ciencias o letras. Teníamos que hacer dos años de bachiller superior y después hacíamos el preuniversitario, más tarde COU, para acceder a la universidad.

Los que hemos estudiado ingenierías superiores teníamos que hacer un ingreso normalmente duro, una vez aprobado, empezábamos primero de carrera. Las demás carreras entraban en primero hasta completar los cinco años. Esto ocurría en todas las carreras menos en medicina que eran de seis años y después cuatro años de especialización.

Nuestro país ha adolecido de que cada ministro de Educación quería hacer un nuevo plan de estudios y creo que somos el país con más planes de estudios en los últimos sesenta años.

La especialización que fue necesaria por el gran avance de conocimientos científicos ha tenido el inconveniente que muchos especialistas de ciencias eran unos verdaderos ignorantes de temas humanísticos y los especialistas en humanidades eran unos ignorantes en temas prácticos y de gran utilidad para andar por la vida.

El activismo ha sido la gran divisa de estos tiempos que hace que no tengamos tiempo de nada y llegamos a casa con ganas de no hacer nada. Esto es una gran equivocación pues al llegar al hogar tenemos la gran tarea de convivir con nuestro cónyuge y atender a nuestra prole porque si no lo hacemos bien, tenemos el peligro que aunque triunfemos en nuestra vida profesional, fracasaríamos en lo más importante de nuestro proyecto humano que es que nuestro matrimonio se mantenga unido a pesar de las dificultades, y nuestros hijos fruto de nuestro amor se vean desprovistos de nuestro cariño y de nuestro apoyo, esenciales para educar a unos hijos seguros de sí mismos y con espíritu de trabajo.

El problema actual es que los padres quieren que sus hijos no tengan dificultades o contradicciones. La vida, los sabemos todos, es dura y hay que luchar mucho en este mundo muy competitivo y hay que preparar a los hijos para este entorno difícil. Tenemos que tener tiempo para alimentar estas ansias de aprender que todo ser humano siente en su alma. Los niños deben estar siempre ocupados jugando, aprendiendo y conviviendo. Esto último es lo más importante pues el ser humano es por naturaleza sociable y necesita a los demás.

* Miembro del Club 55