A Europa y varios organismos internacionales les dan miedo el paro y la devaluación salarial de los españoles. En tiempos de crisis siempre resurge el género de terror. El enemigo es Drácula, un oligarca que se alimenta de sangre ajena, pero el liberalismo ha consagrado como terror contemporáneo a los zombies, muertos que se mueven como vivos, son multitud, se apelotonan contra las vallas y vagan lentos, sin más quehacer que buscarse la comida. En su origen legendario, eran esclavos. En la realidad se les parecen muchos las prostitutas que trabajan amenazadas por brujería. Hay muchas maneras de aceptar la esclavitud por supersticiones como que el trabajo realiza a las personas o si eres laborioso y dinámico te harán fijo. Vudú moral laboral.

Los zombies son ficción pero hay quien se la cree y el paro y los salarios españoles son realidad por increíble que parezca. En Francia decidirá las elecciones presidenciales la incidencia de los empleos ficticios. En la derecha están los empleos que creó François Fillon para su mujer y sus hijos. En la extrema derecha, los pagos de Marine Le Pen a su guardaespaldas y a su jefa de gabinete como asistentes de eurodiputados.

La ficción siempre supera a la realidad, desde los poemas de Homero a los tebeos de "Superman". Y Francia a España. Siempre hemos admirado -envidiado- lo francés. Los empleos ficticios franceses son mucho más justos que los empleos reales españoles. La mujer y los hijos de Fillon trabajaron para el político sin brecha salarial y sin explotación encubierta bajo forma de beca, no presentaron ninguna reclamación sindical, no causaron baja por estrés, compatibilizaron la vida laboral y personal y fueron bien retribuidos. No necesitamos más empleos reales de la reforma laborales española sino un modelo que se mire en los empleos ficticios franceses pero fuera de la familia y dentro de la ley.