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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La influencia

A estas horas, todavía en plena digestión de la lista de nombres que forman el nuevo Gobierno de Rajoy, no parece haber dudas en que si procediese hablar de criterios habría que convenir en que don Mariano ha roto, siquiera por una vez, el equilibrio que ha caracterizado más o menos sus anteriores gabinetes. Hay una clara vencedora, que es Soraya Sáenz de Santamaría y un posible perdedor, que jugaba fuera y se llama Alberto Núñez Feijóo.

Claro que como el mundo monclovita de don Mariano se nutre con cierta frecuencia de apariencias, el primer resumen -esbozado desde la opinión personal-, podría no ser del todo exacto. Especialmente en lo que al presidente gallego respecta: porque si bien muchos esperaban que Feijóo sería recompensado por su espectacular triunfo del 25/S, se equivocaban. En realidad, el diálogo de Galicia con el Estado se hacía entre los dos presidentes y los acuerdos los ejecutaba Ana Pastor. Si acaso, los gallegos habrán de lamentar el pase al Parlamento de la ya exministra. Ma non troppo.

Conste que más o menos eso, pero sin la referencia explícita que aquí se hace de la anterior titular de Fomento, es lo que dijo hace apenas unas horas el propio Feijóo, advertido sin duda por el propio Rajoy de buena parte de sus planes. Lo que demostraría que la supuesta tirantez que algunos "marianólogos" observan entre ambos es sólo pura filfa.

A partir de ahí, y sentado que el no tener ministros gallegos en el nuevo Gobierno no supone el descenso de la influencia de la única comunidad -histórica, además- donde el PP dispone de mayoría absoluta, habrá que ratificarse en que el otro análisis, el de conjunto, es algo más sencillo.

La vicepresidenta sigue siéndolo, se le añade el área de Comunidades -con el "marrón" de Cataluña, muestra de la extrema confianza de Rajoy- y no se le restan competencias claves. Por eso es, junto a De Guindos, la triunfadora en un entorno, el de Rajoy, donde esos conceptos no suelen manejarse. Pero es que Soraya, además de lo dicho, ha visto desaparecer al famoso "G-8", los altos cargos a los que se alineaba contra ella y de los que ya no queda ninguno.

Dicho ello, la pregunta clave sigue teniendo una respuesta incógnita: ¿será capaz este Gobierno de gobernar los cuatro difíciles años que vienen? Depende de él tanto como de sus rivales, pero una cosa queda clara: su presidente no abdica ni de la política económica ni descuida la necesaria confianza en su partido; por eso -y por si acaso- eleva a Cospedal a un ministerio compatible con la secretaría general. A partir de ahora, a quien Rajoy se la dio, san Pedro se la bendiga: falta le hará. ¿Verdad...?

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