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La OMS demanda subir los impuestos a las bebidas azucaradas · Opinión

Bebidas azucaradas y salud

La obesidad, y sobre todo la obesidad infantil, es un problema creciente y constituye una epidemia de gran magnitud, porque conforma el principal factor de riesgo del desarrollo posterior de enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

Los cambios negativos de estilo de vida son sin duda la causa de este enorme problema social. El sedentarismo y la occidentalización de las normas dietéticas son las causas principales del desarrollo de obesidad. Además la obesidad constituye uno de los principales factores de riesgo del desarrollo de enfermedades metabólicas (diabetes, dislipemia, hipertensión), cardiovasculares, alteraciones locomotoras y mayor incidencia de cáncer.

El incremento de la obesidad infantil es realmente el tema más preocupante, porque un niño obeso tiene un 80% de posibilidades de ser un adulto obeso. Desde el punto de vista dietético, dos son los factores esenciales que siempre están en debate, "azúcar frente a grasa". ¿Qué es peor? Es cierto que el consumo excesivo de grasa, especialmente de grasas saturadas y grasas trans supone un perjuicio para la salud y desarrollo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Pero también es cierto que el consumo de azucares libres, fundamentalmente añadidos a las bebidas azucaradas y a otros productos procesados industriales sólidos y líquidos, son una fuente importante de calorías denominadas vacías e innecesarias y no suponen beneficio alguno.

El consumo de azúcares añadidos a estos productos, fundamentalmente fructosa usada masivamente como edulcorante industrial, se ha incrementado de forma progresiva en los alimentos procesados de los países occidentales desde 1950. Desde la fecha de introducción de los mismos ha existido un debate sobre los efectos perjudiciales del consumo excesivo de azucares libres añadidos, pero al mismo tiempo las campañas publicitarias de las grandes compañías distribuidoras han conseguido llevar un mensaje contrario a la población, incluso con mensajes positivos de la buena hidratación de los niños y personas mayores.

Los hidratos de carbono son un componente esencial de una dieta equilibrada. Representan un 45-60% del valor calórico total de una dieta (150-300 gramos/día). De esta, los azúcares libres no deben representar más de un 10%. Una simple lata de refresco aporta sobre 30-40 g de azúcares libres, con lo que sobrepasamos nuestras necesidades nutricionales. Es fácil comprender la relación entre consumo de azúcares y obesidad. Esto es más llamativo en algunos países como México, donde la tasa de obesidad está sobrepasando todos los límites permisivos.

¿Cuáles son las políticas encaminadas a la reducción de consumo? Aplicación de tasas o impuestos directo sobre las bebidas edulcoradas, reducción o prohibición de su consumo en la escuela, establecer restricciones publicitarias, promover campañas de marketing positivas, establecer modificaciones sencillas en el etiquetado introduciendo en los mismos códigos de colores, reformular el contenido y el tamaño de las porciones o sustitución de los azúcares añadidos.

La clara evidencia de este problema tiene varias implicaciones políticas. La primera, la de legislar y recomendar la reducción de ingesta de estas bebidas. En este sentido la OMS acaba de dar una voz de alerta a los países miembros para que establezcan tasas al consumo de las mismas. Esta política ha dado ya algunos frutos en otros productos dañinos como alcohol y tabaco. Algunos países de América Latina, el Caribe, África, Oriente Medio y Oceanía, han dado ya pasos efectivos en este sentido. En otros países entre los que nos incluimos, el consumo no ha llegado a esas proporciones, pero está claramente creciendo con la introducción en el mercado cada vez más de bebidas deportivas o jugos con azucares añadidos que requieren atención especial.

Desde la perspectiva de salud pública no existe actualmente un consenso sobre las pruebas realizadas tanto en las bebidas hipocalóricas, como en zumos, dulces, leche, te, etc. y los edulcorantes permitidos. Esto crea actualmente un dilema práctico a la hora de elaborar políticas sobre cómo tomar decisiones sólidas para unificar diseños de políticas efectivas en este sentido.

En los países donde ya son efectivas las tasas para bebidas edulcoradas como México, Finlandia, Chile, Ecuador, Hungría o Francia, parece que el consumo está disminuyendo. Por ejemplo en Francia, las campañas publicitarias y de marketing positivo, en Ecuador la política de etiquetado frontal identificando los productos en verde de bajo contenido en azucares, en Chile con la acción directa sobre las escuelas, etc.

¿Podría ser esta política también efectiva en nuestro país? Es posible, pero a mi juicio no lo sería si no va acompañada de políticas sanitarias efectivas de educación sanitaria que fomenten consumo de productos naturales (frutas y verduras) y adaptación del etiquetado y la comercialización de nuevos productos, con claros mensajes de alarma cuando se sobrepasen los límites de azúcares añadidos en todos los productos azucarados.

Algunas campañas como la generada por la OCU "menos azúcar", son siempre bien venidas porque ayudan a la concienciación social. Otras como la que inicia la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), "pierde peso, aligera tu vida", pretenden dar apoyo a estos mensajes positivos a la población.

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