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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La esperanza

Pues, dicho con toda franqueza, ya iba siendo hora de que le tocase a Galicia una alegría diferente a los trascendentes, pero aburridos y no siempre positivos, datos de la marcha macroeconómica. Y por fin llegó una que puede y debe suponer -si se cumplen las previsiones- una esperanza en las perspectivas del sector lácteo, que hasta el momento va de capa caída y sin una mano que supiera sacarlo del largo atolladero financiero.

Se trata, como publicó este periódico, del anuncio que la Xunta hizo acerca de la prevista inversión inicial de 70 millones de euros que una empresa extranjera destinará a una planta en Teixeiro. El objetivo, además del negocio -legítimo- de los inversores, tiene carácter estratégico: procesar un 17 por ciento de la producción gallega. Y ésas son palabras mayores y muy ambiciosa disposición, con efectos multiplicadores en la economía y desde luego en la moral del sector.

Es evidente que muchos habrían preferido, ya desde hace años, que la ganadería gallega trabajase en común para alcanzar la aspiración de crear un grupo lácteo propio, que dejase aquí los beneficios de lo que produjese y el valor añadido de su capacidad de transformación y modernización. Pero en sentido figurado, "a falta de pan buenas son tortas" y es llegada la hora de aceptar por fin que un sistema globalizado tiene estas cosas.

Claro que en un país como éste no faltarán quienes le busquen tres pies al gato y como ocurriera con el asunto de "Pemex" en la construcción naval, hablen de electoralismo relacionando el anuncio con el 25-S. Y es posible que algo de eso exista, pero aún así hay que aceptar el cinismo en la frase, "más vale pájaro en mano, aún en tiempo electoral, que ciento volando en otra época". Siempre que beneficie al país, claro.

Dicho eso, que no es sino una opinión personal, no faltarán quienes lamenten, y hasta critiquen, que sea una empresa extranjera la que firme la iniciativa, e insistirán en que a este paso la industria láctea, como otros intereses estratégicos de la economía de este antiguo Reino, pasen a manos foráneas. Y puede haber verdad en ello pero buena parte de la responsabilidad no es de los gobiernos que son y han sido sino, aún con excepciones muy notables, de una patronal que no ha sabido estar a la altura de las circunstancias ni superar miserias internas.

Ahora hay otra oportunidad. No es la que podría haber sido, pero sí bastante más de lo que cabría esperar hace un par o tres de años y merece la pena aprovecharla. Caer de nuevo en lo accesorio, en las discusiones banales sobre la intención final de quienes se han esforzado para convencer a los inversores parece una idiotez. ¿Eh?

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