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El fallido viaje de Mr. Wilson

La fallida visita turística de Barack Obama a Andalucía, que tenía bailando a los sevillanos por las repercusiones inmediatas y futuras hacia su ciudad, les rebajó la alegría. Aunque la situación tiene precedentes en la ficción y la realidad españolas en la relación con los estadounidenses.

El paradigma de la frustración lo representa "Bienvenido, Mr. Marshall", la genial película de Berlanga, cuando los dólares americanos llegaban a toda Europa, salvo a la depauperada España de la posguerra.

En el ansia de que el Plan Marshall alcanzase al país, está el origen del guión. García Berlanga popularizó el desencanto de un pequeño pueblo que, tras prepararse para acoger a los yanquis que llegaban con dinero a espuertas -"americanos, os recibimos con alegría"-, los vieron pasar sin detenerse.

Aunque no con tanta intensidad dramática, Sevilla acaba de sufrir esa frustración.

En cierto modo también Vigo entra en la órbita de las ciudades de relaciones fallidas con EE UU. Doble y disparmente: la primera, como amenaza de colisión bélica, la segunda amistosa y de gratitud.

La más recordada ocurrió durante las guerras coloniales del Caribe y el Pacífico (1895-1898) en las que el sentimiento de la ciudad hacia los yanquis era inamistoso. La causa se debía a que los americanos entraron en guerra con España, con la excusa del hundimiento del buque "Maine" en el puerto de La Habana. Poco después destruían la flota española de Filipinas.

A raíz de aquella derrota, de la que los vigueses se enteraron por las pizarras de información que el FARO colocaba frente a su redacción, que entonces estaba en la calle del Príncipe -que la gente invadió durante todo el día-, se propaló el rumor de que una escuadra estadounidense podía atacar Vigo.

Se tomó tan en serio que se pidieron baterías para instalar en los montes de la ría para defenderse. Y el industrial Sanjurjo Badía probó un sumergible -lo conservan sus descendientes- para utilizarlo como arma contra los buques enemigos.

La segunda acontece en una fase de afecto hacia los americanos. Desde los años diez del siglo XX, Vigo se había empeñado en conseguir viajes rápidos con Nueva York, en un periodo de alta inmigración hacia EE UU. Hicieron falta muchas gestiones y diferentes argumentos para conseguirlo. Entre otros la distancia: Vigo y Nueva York son las ciudades más próximas entre los dos continentes.

Por fin comenzó el servicio de vapores entre ambos puertos, que funcionará durante varios años, aunque se rebajó por el miedo a los submarinos alemanes durante la Gran Guerra.

Concluida esta, Mr. Wilson, presidente de EE UU anuncia una visita a Europa en 1919, y expresa su deseo de conocer el puerto de Palos. Inmediatamente, las fuerzas vivas viguesas se reúnen y acuerdan invitarlo, "para que viniera a embarcar a Vigo, al regresar a su país".

El alcalde, Francisco Lago, y el cónsul estadounidense en la ciudad, Mr. Nathan, son los encargados de trasladar la propuesta al ministro de Estado y al embajador de los EE UU. Como principal argumento se alega la existencia de "una línea de vapores rápidos con Nueva York" .

La respuesta es idéntica a la de Obama para no visitar Sevilla: el escaso tiempo de que disponía Mr. Wilson no le permite aceptar "la galante invitación del pueblo vigués".

Ni que decir tiene que en la ciudad, donde se había extendido la noticia de la posible venida de Woodrow Wilson, causó una cierta frustración, aunque no comparable a la de Sevilla, donde estaba confirmada la de Barack Obama.

Ha ocurrido desde que el mundo es mundo que los líderes de los países hegemónicos siempre son bienvenidos en son de paz, al margen de su popularidad y prestigio. De ahí que la visita de los presidentes de EE UU, el imperio del último siglo, supongan un plus de notoriedad al que todos aspiran, como se ha demostrado en la reciente visita de Obama.

No es extraño que Vigo aspirase a ver salir por su puerto a Mr. Wilson, una de las grandes personalidades históricas. Fue el mandatario que trazó las líneas de un nuevo orden mundial, en su célebre discurso de los "14 puntos" para el final de la guerra.

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