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Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los hechos

A la vista de los hechos, respaldados en esta ocasión por las estadísticas, no les va a quedar más remedio a los que se resisten a las fusiones municipales que reabrir el debate, pero esta vez en serio. Porque el dato de que en 300 de los 315 concellos gallegos se pierde población indica la necesidad de analizar el asunto a fondo y la urgencia de ahorrar que exige la UE con o sin multa, no deja más camino útil que ése.

Es pintoresco, en verdad, lo que arguyen los partidos en general para no hacer lo que prometieron en el caso del PP, y lo que reclamaron en el de los demás. Cierto que el primero, que en mazo 20015 sufrió un desastre local, tenga ahora algo más de ánimo para cumplir, pero no se decide, y que la izquierda -sobre todo el PSOE y el BNG- que reclamaron incluso el cierre de las diputaciones, quieran conservar su botín. Pero el cinismo o la desvergüenza de no bastarán para abordar lo que todos saben inevitable.

Y es que para rebajar el déficit, las administraciones españolas tienen que reducirse en número y en personal de una forma que sino drástica habrá de calificarse de rotunda. Pero desde hace un año, socialistas, podemitas y demás miembros de la compañía han imitado a los populares, pero corrigiendo el tiro y colocando a su clientela en mayor número y menor o similar cualidad en sus gobernanzas.

Todo ello se hace con pólvora del rey, por supuesto, y confundiendo de forma intencionada los conceptos: ahora, colocar enchufados se llama "política social", y "política cultural" es la que acoge el sectarismo más rampantes, sufragado con fondos públicos. Y eso, que antes se denunciaba, ahora se bendice con desfachatez singular.

En todo caso, lo miren como lo miren, sea cual sea la justificación que le busquen y retrasen cuanto quieran la reforma, el tiempo del de esa reforma llegará a pesar de todo. Y más les vale a todos los que hablan de reformar la Constitución tenerlo en cuenta y pactarlo, porque la gente, ahogada a impuestos, y normativas estúpidas, está harta ya de pagar a quienes un día sí y otro también, en vez de resolver problemas los complican.

Cierto que la tarea será casi de gigantes, y en este antiguo reino - y ya ni se diga en el resto de las Españas- el oficio político tiene demostrado que sobran pigmeos y ni siquiera abundan las tallas medias. Pero aún así tendrá que imponerse la fuerza de los hechos. Pero para que eso pase habrá que hablar claro y sin pelos en la lengua e insistir en que el repugnante oportunismo electoralista de los que se oponen a las fusiones ratificadas por los órganos democráticos son sólo demagogos "salvapatrias".

¿O no...?

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