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Burbuja mediática y encuestas obsoletas

Sobre las diez de la noche del ya muy lejano 28 de octubre de 1982, Alfonso Guerra apareció en TVE para decirnos: "El PSOE ha ganado las elecciones y tendrá 201 o 202 diputados". Habían transcurrido solamente dos horas desde el cierre de las urnas.

Muchas horas más tarde, el ministro Martín Villa confirmaba que el PSOE había obtenido 202 diputados.

Durante esa campaña el CIS no era el CIS, eran datos nunca lo suficientemente explicados -"? según encuestas oficiales?",- y los sondeos electorales quedaron reducidos a los de dos diarios de difusión nacional. Uno de ellos, el que el trabajo de campo se desarrolló en las fechas más próximas a las elecciones, se construyó con la nada desdeñable muestra de 18.255 entrevistados.

Poco se habló de la premonición de Alfonso Guerra. De lo que mucho se escribió fue del macrosondeo en cuestión, hasta el punto de convertirlo en la piedra del despropósito de las predicciones de las encuestas políticas en la iniciada democracia española. Un columnista llegó a escribir que si los encuestados, "en vez de trabajar en España, aventurasen sus profecías en Italia, ya les habrían diagnosticado el mal de "jettadura". Aún hoy sigo preguntándome si lo que de verdad quiso escribir fue "jettatura", comúnmente "mal de ojo", o cometió en un ejercicio de estupidez el intencionado error tipográfico para que sus lectores entendieran que de lo que acusaba a los encuestados era de "caraduras".

Todo el desacierto de entonces fue que el PSOE y Alianza Popular obtuvieron, respectivamente, 5,5% y 4,7% más de lo que certificaba el último sondeo. Si se hubieran dado fielmente los resultados previstos por los sondeos, el Partido Socialista, con un 42,9%, tendría una holgada mayoría absoluta como la tuvo con el 48,4% obtenido y Fraga, con el 21,2%, sería el mismo jefe de la oposición como lo fue con el 25,9% conseguido por AP en las urnas.

¿Por qué Alfonso Guerra acertó de pleno? Porque además de tener en cuenta lo que decían las encuestas tenía su propio trabajo de campo hecho desde años atrás: el comportamiento detallado de las mesas, secciones y distritos de todas las circunscripciones del país en los procesos electorales previos. Le bastó con esperar al escrutinio de las primeras 50/100 papeletas de una serie de urnas seleccionadas por todo el país para dos horas después sacar las acertadas conclusiones.

Las encuestas de entonces y las de ahora fallan por los mismos o nuevos motivos; la segmentación de la muestra, el trabajo de campo, el cuestionario, el voto oculto?, incluso por acontecimientos de última hora como los atentados del 11-M, tres días antes de las elecciones de 2004.

En las elecciones del pasado domingo, las encuestas se equivocaron previsiblemente por todo eso, incluso hubo un hecho de última hora: el triunfo del "Brexit", que no sabemos hasta qué punto pudo influir en el buen resultado del PP, pongamos por caso.

Pero quiero llamar la atención sobre el hecho que inesperadamente ocurrió; el resultado estéril al fenómeno elaborado durante más de un mes en una constante retroalimentación de encuestas-medios de comunicación-sondeos-medios de comunicación? No se produjo el "sorpasso" tan minuciosamente construido, campaña de corazoncitos y voz en off "?no, Pedro, te confundes de enemigo? el enemigo no somos nosotros, Pedro.." del debate a cuatro, incluidos. ¿Hasta qué punto esta burbuja mediática influyó en la opinión de los ciudadanos a la hora de ser preguntados en las encuestas?

La imprecisión de las encuestas seguirá estando en la utilización del mismo tipo de técnicas de identificación de opiniones/intenciones que hace 30 años, ignorando que además de procesar y estructurar la información hay que explorarla y analizarla con técnicas actuales. ¿Cuántos tuits se han escrito nada más salir de los colegios electorales explicitando el voto emitido? ¿Alguien los ha analizado? Se puede hacer, sabiendo colocar la lupa en los momentos y los lugares adecuados.

Durante los últimos dos años he sido invitado por el Gobierno de Colombia como observador internacional a los últimos procesos electorales celebrados en aquel país: legislativas, primera y segunda vuelta de las presidenciales y, en octubre pasado, a las municipales/departamentales.

Al igual que en España, en Colombia los sondeos electorales tienen sus desaciertos, pero a diferencia de España solo son privados y cuando se publican, además de dar los datos técnicos y los resultados, es obligado publicar el importe y quién lo ha pagado, pudiendo publicar resultados hasta el día anterior a las elecciones.

En Colombia, tanto la primera como la última vez, he vuelto a revivir aquella noche de hace ya treinta y cuatro años, pero en vez de con Alfonso Guerra en TVE, con el registrador nacional del Estado, en directo, una hora después del cierre de los colegios electorales, dando fe por adelantado de unos resultados que cuatro horas después, con el 100% de los votos escrutados, ya son oficiales. ¿Mismo método del PSOE en 1982, evolucionado a los tiempos que vivimos?

El voto solo deja huella una vez que es introducido en la urna. La palabra, la intención declarada de voto antes de las elecciones es muy importante para el análisis, pero seguiremos acertando o equivocándonos con ese 30% que nunca nos dice lo que va a hacer y con el que o no nos dice la verdad o, diciéndonosla, en los últimos días toma una decisión distinta a la prevista.

Para obtener la hoja de ruta de cada intención de voto, declarada o no, hasta que llegue a la urna y las encuestas y sondeos se acerquen a los resultados reales serán necesarias no solo nuevas técnicas sino nuevos escenarios en el que desarrollar los trabajos de campo de la investigación demoscópica: las redes sociales. Al tiempo.

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