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Ahora hay que asumir el concepto metropolitano

El Área Metropolitana de Vigo era una vieja ambición que ahora se aprueba con voluntad colectiva. Si todo va como está previsto, la etapa de las reticencias y desconfianzas legales ya parecen cosa del pasado. Llegó el momento de valorar los recursos y la diversidad del patrimonio metropolitano, de diseñar su identidad y carácter. Ahora tenemos que conocernos mejor, descubrir nuestros territorios, trabajar conjuntamente para compatibilizar las diversas escalas territoriales. Distinguir mejor las riquezas y producción de nuestros espacios, afrontar unitariamente los desafíos de la cohesión en el reagrupamiento de todos los polos municipales.

Hace falta una hoja de ruta operativa que permita acelerar el trabajo metropolitano con un horizonte común. Comenzar a elaborar una síntesis de trabajos que defina un Plan de acción metropolitano, un tratamiento de transformación de los procesos económico, demográfico, social, cultural y simbólico, que afecte a todos los municipios implicados. Llegó el momento de la innovación e identidad metropolitana para proyectarla al mundo.

Ahora el objetivo es valorar los numerosos activos de los territorios del AMV -a la vez distintos- como un todo coherente, para poder beneficiarse de una dinámica ya existente y multiplicar el beneficio de todos. El Área viguesa debe ser atractiva en términos de economía y empleo, de servicios, cultura y transportes? Y lo será más si se dispone de un programa duradero para mejorar los servicios de los ciudadanos que trabajan y viven en estos espacios, superando las fronteras administrativas, no para acaparar poder -a través de la teoría de la aglomeración- sino como un fenómeno natural que aglutine y movilice las características permanentes de los municipios afectados.

El AMV no es un fenómeno estático y coyuntural, que se mueve sólo en torno al transporte público. Es el resultado de un proceso dinámico y eficaz de adaptación a los cambios económicos y sociales, como también de la modernización estructural del país. El AMV puede concebirse en base a una gran metrópoli que facilite la coordinación y las interacciones de largo alcance, por su capacidad de concentrar los recursos humanos y materiales, que regule las actividades y los movimientos de bienes y gentes de una organización reticular municipal de 600 000 habitantes.

En este proceso de la metropolización viguesa podría estar naciendo el germen de un nuevo cambio en la administración territorial. Por eso en el Área Metropolitana de Vigo no es aplicable otro modelo de los conocidos en el resto de España. Todo dependerá de la estructura y los nuevos sistemas de organización espacial que se apliquen, aunque los fundamentos metropolitanos de proximidad sigan siendo los mismos que los concebidos por el arquitecto Antonio Palacios durante la II República. Nuestro presente es parte de nuestro olvidado pasado, por mucho que la Xunta de Galicia tarde en reconocer a la ciudad de Vigo como el centro de la actividad socio-económica y metrópoli de una gran red urbana, capaz de convocar una nueva centralidad funcional y plurimunicipal.

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