Todo lo que usamos, ya sea alimentos, bebidas, vestimenta, ruedas, vehículos, papel, energía encapsulada o cualquier otro elemento es susceptible de producir una parte de retorno no útil que desde siempre lo hemos desechado. Esto sobre el que no prestamos mucha atención ha generado a lo largo de la historia un quebradero de cabeza debido a que la concentración de los desechos ha provocado a su vez muchos problemas relacionados con la salud y la convivencia.

La sensibilidad medioambiental, por otro lado, que ha tenido un espectacular avance en los últimos decenios ha inducido que cada vez tengamos una mayor preocupación e iniciativa para producir alternativas de qué hacer con los desechos, de tal forma que sobre la economía medioambiental se viene trabajando de una forma más imaginativa y eficaz. Por ello la recuperación de los desechos ha dado sentido lógico al mejor aprovechamiento de los recursos que son necesarios para producir todo tipo de bienes.

La imaginación, el conocimiento aplicado, la innovación entre otros factores determinantes han inducido que existan más iniciativas tanto públicas como privadas que desarrollan actividades eficaces de tratamiento y recuperación de los desechos. Así de esta forma, con la cultura de la clasificación de los residuos, se puede mejorar de forma sustantiva el tratamiento de residuos de plástico, de papel, de vidrio, de maderas, de agua, etc. con el fin de obtener nuevas recicladas materias primas que son nuevamente utilizadas en el ciclo de producción de bienes y servicios que son necesarios para el funcionamiento de la sociedad.

Reentrar materia prima reciclada para la fabricación de nuevos productos justifica en esencia la economía medioambiental, pero produce lo que le llamo paradoja medioambiental que consiste en que cuando se viabiliza económicamente la utilización de la materia prima reciclada, en muchas ocasiones no puede completarse la cadena de valor al no poder garantizarse el suministro de los residuos de forma sostenible a costes competitivos que transforma en ineficiente la reutilización industrial del desecho.

Esta dificultad de garantía de suministro nos lleva a utilizar alternativamente los desechos de otra forma, como fuente alternativa de energía completando el ciclo virtuoso. Lo que no se reutiliza, se utiliza como fuente energética. Creo que es una magnífica solución no siempre bien comprendida y que venimos aplicando en Galicia con éxito desde hace ya varios años.

*Economista