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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La baraja

Una de las mayores -pero relativas, porque casi todos coinciden en afirmar que se trata de otra medida de Besteiro para buscar su candidatura a pesar de la lógica política y judicial- es la de saber por qué el secretario general del PSdeG aplaza la decisión de fijar la fecha de las primarias. Dice que "hasta que se sepa lo que pasa en Madrid", pero eso tendría sentido en el caso de aspirar a otra cosa, no a la Xunta, Cousas veredes, que diría Quijote.

(Claro que, ya puestos a plantear dudas, otra de las procedentes sería la del motivo por el que el socialista gallego más influyente en la actualidad, el alcalde de Vigo, respalda a Besteiro, al menos en lo de las primarias. Hay quien cree que es un abrazo de oso porque así lo tendría sujeto, y suena a posible: casi todo el mundo tiene claro que Caballero es inteligente y astuto, y sabe que mandar sin aparecer demasiado es muchas veces mejor y mas saludable que aparecer sin mandar).

Ocurre que, más allá de sutilezas, quizá lo importante sería debatir en serio acerca del sentido de las elecciones internas en los partidos sin antes democratizarlos de verdad. Porque hasta ahora, con primarias o sin ellas, resulta una evidencia que quien manda -por sí o por procurador- gana, y ese tipo de pruebas -o las asambleas- es el que controla normalmente el llamado apparat. Hay excepciones, pero sin pocas y solo confirman la regla.

Ítem más. Esa regla confirma que el dominio, si se hacen bien las cosas, se inicia con la primera victoria y solo decae en caso de derrota electoral o catástrofe judicial; lo demás es sota, caballo y rey. Y si de algo saben los referentes actuales de los partidos es la jerarquía de la baraja, no tanto porque sean tahúres, que algunos hay que se merecen el título, sino poque las partidas internas se disputan precisamente con un escalafón parecido a la baraja.

Dicho eso, y como ahí el que manda, manda y a veces canta as cuarenta, desbancarlo es muy difícil. De esa realidad, que lo es por mucho que se niegue -y el PSOE está repleto de ejemplos que mueven al escepticismo ya desde los tiempos de Borrell y Almunia- se desprende la decepción o de los ciudadanos,que van a votae como a jugar a la loteria, sin control real de los resultados finales.

Estos días son una prueba de cuanto queda dicho que, por supuesto, es opinable. Se habla, como cada cuatro años, de libertad y democracia pero es palpable que cuentan más los intereses partidistas, las fobias y las filias o el mero y simple egoísmo personal. Por eso la partida se juega con cartas marcadas y una baraja muy poco fiable, Como en las primarias del PSdeG, por ejemplo.

¿Eh?

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