Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

la mirada //

La esencia del nacionalismo

"Las mejores esencias vienen en frascos pequeños". A este dicho popular parecen agarrarse los que mandan en el BNG, dispuestos a ser los guardianes de la esencia nacionalista, y evitar interferencias e injerencias foráneas. El próximo viernes se cumplirán cuatro años de la Asamblea en la que la formación frentista quedó fracturada a la mitad. La UPG retenía el poder, al conseguir el 53% de los apoyos, frente al 45% de los apoyos recabados por la alternativa liderada por Xosé Manuel Beiras y Carlos Aymerich. Apenas quince días después, Beiras, que había sido el máximo referente del BNG, abandonaba con los suyos el barco, tras treinta años de militancia. Entonces, en la que se presentaba como "la casa común del nacionalismo" restaron importancia a la salida del que fue su líder. Con él se iban "unos cuatrocientos" y no todos los que se habían enfrentado a la UPG, pues Aymerich y parte de los suyos decidieron intentar sobrevivir a duras penas en su organización de siempre. Erraron al minusvalorar la marcha entre lágrimas de Beiras y sus jóvenes cachorros. El cisma del nacionalismo gallego, larvado durante años y con crisis cerradas en falso, era total y el BNG se acercaba al precipicio.

Cuatro años después, Beiras, que supo interpretar como pocos la fuerza emergente del 15-M y el descontento de los ciudadanos con los partidos tradicionales por la gestión de la crisis económica, les ha infligido la más dura de las derrotas. La que propina el que fue compañero de mil batallas y luego rival. En Marea, la coalición de Podemos, Anova y EU, conseguía el 20-D 408.370 papeletas, y seis diputados, frente a las 70.464 del BNG, sin derecho a escaño. Nunca el Bloque había superado en sus 33 años de historia el listón de los 400.000 votos. Su máximo histórico fueron los 395.400 sufragios de las elecciones autonómicas de 1997. ¿Y quién era el candidato a la Xunta? Beiras, el inquilino de la Reboraina.

La formación frentista está en la UVI camino de la sala de autopsias, si no le ponen remedio ya, y sus dirigentes así lo reconocen. Los resultados del 20-D fueron "demoledores", la situación es "muy preocupante", y es necesario ir a "la refundación", pero la cuestión es si aciertan en el diagnóstico para enderezar el rumbo de la organización, e incluso si llegan a tiempo. ¿El modelo del Bloque está muerto? ¿La renovación del nacionalismo en Galicia se ha hecho ya, y desde fuera del BNG? Estas preguntas rondan en la cabeza de muchos dirigentes estos días, de cara a la Asamblea que celebrarán el 28 de febrero.

La UPG, la fuerza que históricamente ha movido los hilos en el BNG, quiere permanecer como guardián de la esencia nacionalista y demoniza la alianza de Beiras con Podemos y advierte en contra de los "invasores" españolistas y ataca al que fue su portavoz nacional por hacerle el juego a Pablo Iglesias y ponerse al servicio de intereses "extranjeros". Pero nada contracorriente del electorado. Ese es su drama. Los ciudadanos le dan la espalda y los electores que potencialmente podían apostar por depositar una papeleta del BNG gustan ahora más del ímpetu, la rebeldía y el descaro de En Marea.

El Bloque creció y cosechó réditos electorales ampliando su base electoral, pescando votos entre un electorado enamorado de su tierra, pero no nacionalista, que quería una defensa firme de los intereses de Galicia. Su caladero eran los jóvenes, que ahora preocupados porque siguen en casa de sus padres, están en paro o trabajando hasta la extenuación con salarios de miseria, les basta la defensa del Estado plurinacional que hacen Beiras y Pablo Iglesias. Lo que quieren es un empleo y se han enganchado al asalto a los cielos que promete Podemos.

Recluirse en los estrechos márgenes del voto nacionalista puede costarle caro si quiere seguir existiendo como organización y prestar servicio a Galicia. ¿Antes que exigir carné de pureza nacionalista a sus votantes no sería mejor intentar reconquistar a ese electorado que incluso hablando castellano votaba al BNG porque entendía que era el que mejor defendía Galicia?

La UPG no entiende cómo los votantes prefieren la copia al original, igual que le pasa al PP con Ciudadanos o al PSOE con Podemos, pero del mismo modo que PP y PSOE, no puede centrarse en advertir a los ciudadanos de los peligros de los nuevos, porque si no se le nota el miedo. Tampoco reconquistará al electorado, mientras le ataque "por su traición" al liarse con En Marea, o explique su fracaso en las urnas porque la sociedad gallega es "débil" y está demasiado acostumbrada a ser "mandada" y no decidir por sí misma. ¡Vaya manera de espantar a los electores!

El BNG está en una encrucijada, y hay quien teme para el 28 de febrero otra "asamblea histórica" que se salde como en el pasado. Con un o una portavoz nacional de paja, que no manda, que encarna el rostro amable del nacionalismo, mientras la UPG sigue controlando los resortes del poder. El Bloque debe mudar dirigentes, pero algo más, si quiere renacer de sus cenizas. No lo tiene fácil. ¿Surgirá algún candidato o candidata capaz de ello?

En caso de buscar una confluencia, aunque solo electoral con En Marea, negociará a la baja. El BNG está en posición débil. Y además los odios viscerales aún supuran por la herida. Es harto complicado que un matrimonio de 30 años que se saldó tirándose los trastos a la cabeza y peleando por la custodia de los hijos pase ahora a un ménage à trois, donde el marido acepta irse a vivir a casa de la ex y de su amante.

Mientras el BNG se consume en su crisis, En Marea se posiciona como protagonista en Madrid. Su portavoz, la viguesa Alexandra Fernández, se fue a Zarzuela a hablar con el Rey y abría la puerta a que los seis diputados de En Marea apoyasen a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, si presenta un "proyecto de izquierdas". ¿El PSOE habrá de negociar con En Marea su respaldo o bastará con que hable con Pablo Iglesias? Tras el mal trago de asumir que no tendrá grupo propio en el Congreso y que hacerse notar en las Cortes será más complicado, después de la decisión de la Mesa, En Marea inicia su andadura en Madrid con el reto de visualizar ante la opinión pública que la alternativa al PPdeG es posible, de cara a las elecciones autonómicas de este año. No tiene mucho tiempo y el mayor riesgo de la alianza de Podemos, Anova y EU son ellos mismos. Como muestra un botón. La maniobra de Breogán Riobóo para reforzarse al frente de Podemos evidencia que su liderazgo no es tal, pero también que los socios de la coalición se miran con recelo. Les costó negociar los detalles del acuerdo electoral, y Riobóo ha dejado claro que no fue del gusto de todos.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.