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Imprevisible Unamuno

Don Miguel no solo es una gloria de la literatura sino, además, un personaje esencial de la cultura de España y, si eso fuese poco, lo adornaba, al mismo tiempo, una singularidad, ser un vitalista en grado sumo y de un carácter arriesgado por su valentía, todo lo que parecía no poderse contener en su pequeña estatura física y en su cuerpo magro, como dirían los portugueses.

De Unamuno escribió Pio Baroja que siempre quería tener la razón y, si eso fuese cierto, ahora comprendo que mi abuelo materno, vasco como él y residente en Salamanca, no alcanzasen acuerdos en sus frecuentes visitas a la casa de Don Miguel, porque él también se empeñaba en tener la razón y así discrepaban fundamentalmente en la patria de Colón, pues, mi abuelo sostenía que era vizcaíno, tesis que no compartía Unamuno, pese a lo cual y dado que venía trabajando en el tema bastantes años se decidió a publicar su libro "Colón Vizcaíno" el 18 de julio de 1936, pero con tampoco sentido de la oportunidad que la dedicatoria era para las Diputaciones Forales con lo que, al día siguiente, todos los ejemplares estaban en casa y solo algún libro llegó a manos de amigos íntimos como Zuloaga.

Decir que Don Miguel era imprevisible en sus reacciones no es una opinión mía, sino que lo acredita la historia. Efectivamente Unamuno, en la política, destacó durante bastantes años por su crítica acerba a Alfonso XIII y a su madre la reina Mª Cristina y, por lógica, exaltó a la República en mítines y conferencias. Proclamada la II República sus autoridades le colmaron de honores, así lo nombraron Rector vitalicio, crearon la cátedra que en la Universidad de Salamanca llevaba su nombre y en Bilbao se bautizó a un Instituto, con su "nomen", como dirían los romanos.

Pero quizás a Don Miguel los honores no le importaban mucho o pensaba, como Julio Verne, que son muy efímeros o coincidía con Saavedra Fajardo de que la fama nocet. Lo cierto es que por todo lo anterior, dio un viraje político sorprendente, pues asistió en el Teatro Bretón de Salamanca al discurso de José Antonio, a continuación se incorporo como concejal, el 26 de julio de 1936, al ayuntamiento franquista de la ciudad y el remate vino cuando dirigió una carta a los rectores de Europa pidiendo el apoyo a Franco. Como es lógico la reacción de las autoridades de la II República no se hizo esperar y así, el día 22 de agosto de 1936, la Gaceta de Madrid publicaba el decreto de Azaña privándolo de todos los honores otorgados. En plena guerra civil, el otro bando ante el lío montado acuerda, mediante resolución de la Junta Técnica de Burgos, reponerle en todos los anteriores honores el día 1 de septiembre del mismo año. Pero también estos últimos iban a ser efímeros, porque Don Miguel pronto comprendió que ese no era su camino y tras su famoso discurso en la Universidad, en 12 de octubre, le fueron de nuevo anulados sus honores.

En lo que no varió Unamuno fue en su amor por mi Salamanca natal; por ello en su recuerdo y agradecimiento traigo, como final de este artículo, un verso de su poema " Mi Salamanca": "volver a verte con el reposo quieta / soñar contigo el sueño de la vida / soñar la vida que perdura siempre/ sin morir nunca".

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