Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuando Paquito se forjó como camarero

Francisco Martínez Fernández apenas tenía 13 años cuando dejó de estudiar en el Instituto y comenzó a trabajar como aprendiz en el Savoy. Por eso era Paquito; no tenía edad para ser Paco, ni mucho menos Francisco. Luego se quedó para siempre como Paquito el del Savoy.

"Mi padre, Godofredo Martínez, castellano de León, era capataz de Obras Públicas. No me importa decir que mujeriego, jugador y manirroto. Yo tuve que ponerme a trabajar para ayudar en casa a mi madre. Y Ramiro Abilleira, que era un hombre buenísimo, me cogió como aprendiz en el Savoy".

El día de su inauguración Paquito era el benjamín de la plantilla. De aquellos primeros tiempos malamente recordaba a "José Amoedo, de Soutomaior, que antes trabajó en el Hotel Palace, frente a la estación del ferrocarril; a Juan Vidal "Blanquito", que luego se marchó al Café Moderno y a Francisco Fernández, más conocido por "Sachieiro", un comunista acérrimo y dirigente agrario, que a poco de empezar la guerra civil fue vilmente "paseado".

Pocas semanas antes de su muerte repentina, hace ya seis años, Paquito aún bajaba la voz y buscaba la complicidad del interlocutor cuando hablaba sobre la Guerra Civil.

"El Savoy permaneció abierto durante toda la Guerra Civil. No había aceite, ni patatas, ni azúcar, pero el Savoy tenía de todo. Yo iba a buscar unas patatas fritas que hacían en Lérez y cuando venía de vuelta por el puente de O Burgo siempre picaba alguna, porque estaban riquísimas. Entonces pasaba hambre y no podía contenerme, pero nunca me decían nada".

Al rememorar aquellos años, su rostro reflejaba el sufrimiento vivido en plena adolescencia, "porque alguna vez me amenazaron y pasé mucho miedo".

"Algunos gallitos venían a emborracharse de vez en cuando después de "pasear" a unos pobres desgraciados en A Caeira o Monteporreiro. Aquella época resultó tremenda", comentaba casi con lágrimas en los ojos.

No tuvo otro remedio que espabilarse y Paquito aprendió el oficio con rapidez. Aún era un chiquito, "joven, delgado y elegante", según propia descripción y enseguida ascendió a barman. Su especialidad eran los cócteles, que sus clientes le pedían mucho. "Ahora no saben hacerlos", murmuraba con un rictus de desdén.

En aquel tiempo, su mentor Ramiro Abilleira barruntó la apertura de otro bar más importante al final de la calle de la Oliva, a mano derecha, en un local que ocupa hoy una concurrida farmacia. Paquito iba a irse con él encantado de la vida "porque yo le apreciaba mucho y el sitio era estupendo, frente a todo el trasiego de la plaza de San José".

Finalmente Abilleira no se decidió a seguir adelante con aquel soñado proyecto y Paquito comenzó a forjarse como camarero de leyenda en un bar que hizo historia. Así empezó Paquito el del Savoy y lo que vino después es otra magnífica historia que sin duda merece contarse con detalle en un libro.

Compartir el artículo

stats