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El meollo

Salvar el carballo de Santa Margarita

Con mucha razón el padre Sarmiento dejó escrito que se trataba del mayor del Reino de Galicia

El carballo de Santa Margarita está pendiente de una intervención a vida o muerte por parte del personal de la Estación Fitopatológica de Areeiro que no acaba de producirse a causa de una disquisición absurda sobre su propiedad. Mientras tanto el tiempo pasa y juega en contra de la viabilidad del tratamiento.

Rafael Louzán no quiere tener un lío por este asunto con los curas ni con los vecinos, porque ambos son malos enemigos. Bastantes problemas tiene con los jueces, que tampoco son moco de pavo. En consecuencia, requiere un consentimiento previo y categórico del titular del árbol en cuestión, tal y como ocurre en cualquier caso de intervención delicada de un ser vivo.

A estas alturas se echa en falta que ningún candidato a la alcaldía de Pontevedra haya acudido todavía a fotografiarse ante el centenario roble y haya proclamado su intención de salvarlo a toda costa. La ocasión la pintan calva. Todavía están a tiempo de incluir tal compromiso en sus programas electorales.

Esa ignorancia denota en cierto modo un ninguneo lamentable, por no decir un desconocimiento clamoroso de su enorme significado histórico.

El carballo de Santa Margarita ha sido en sus aproximados quinientos años de existencia "el más todo": el más pintado, el más fotografiado, el más recreado, en suma el más glorioso. Con mucha razón el padre Sarmiento, que lo conoció de cerca, dejó escrito que se trataba del carballo mayor del Reino de Galicia.

Todo un símbolo. Eso es lo que es, en síntesis. Un símbolo para Pontevedra, no digo ya para Mourente. Su valor sentimental resulta equivalente al árbol de Guernica para los vascos, salvando las distancias. Solo que genéticamente hablando ha demostrado su total superioridad, mal que les pese. En Guernica acaban de plantar a principios de este año otro sucedáneo más, porque el anterior duró muy poco. Por eso en Mourente hay que mantener vivo a toda costa el carballo original, que hace cincuenta años superó otra situación crítica.

El meollo de la cuestión está en adivinar si finalmente va a llegar a tiempo esa urgente intervención que demanda el carballo de Santa Margarita antes de que pase la primavera y ya no tenga remedio, sea de quien sea la propiedad material o espiritual.

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