El Instituto Español de Oceanografía contrata a sus observadores pesqueros a través de una empresa de servicios radicada en Madrid.

Esta carta es para denunciar la miserable situación laboral en la que viven estos biólogos, a los cuales el instituto ni siquiera otorga el estatus de investigadores, cuando se juegan la vida en el mar para llevarles los datos, que luego ellos usarán y presentarán en sus informes para el ICCAT (Consejo Internacional para la Exploración del Mar, por sus siglas en inglés) y para las autoridades comunitarias.

En mis tiempos allí, el instituto daba unos 300 euros brutos por día de mar del observador a esta empresa de servicios de Madrid, y esta le pagaba al observador unos 90. Es decir, esta remota empresa subcontratadora, por el hecho de gestionar las nóminas, seguridad social y jurídica del biólogo, se llevaba la parte del león, unos 210 euros /día/observador, que en principio, de no mediar esta empresa interpuesta, corresponderían al salario normal y justo del biólogo embarcado, como ocurre en los demás países europeos.

Pero así funciona este país. Los organismos públicos, para curarse en salud y no tener que contratar ellos mismos a sus trabajadores, lo hacen, para ahorrarse complicaciones laborales y de gestión, supongo, a través de terceras empresas, llamadas de servicios, que al final se quedan con el dinero público que en realidad iba destinado al propio trabajador.

Así cuando iba a trabajar a los temporales de Gran Sol en los arrastreros gallegos, al gallo y al rape, me encontraba con que el cocinero, por ejemplo, cobraba unas cuatro veces mi sueldo. El marinero de menor rango cobraba incluso más que el biólogo en muchos casos. Esto escocía un poco. Mi trabajo era igual de extenuante o más que el de ellos a veces, y se supone que uno ha estudiado y todo eso para desempeñar esa labor, es licenciado y tal, si eso aún tiene algún valor hoy en día en este país. Los biólogos siempre hemos estado muy poco cotizados.

En los barcos si les decías lo que ganabas se reían de ti y te perdían el respeto definitivamente. Ellos nunca irían al mar por esa miseria, lejos de la familia, en riesgo permanente, con horarios de esclavo y en condiciones de salubridad y "ambientales" desquiciantes.

Así te encuentras con que nadie quiere ese trabajo en España, y los propios del instituto ya te anuncian desde el principio que nadie dura mucho allí, y te miran con cierta sospecha cuando aceptas el trabajo, como si dudaran un poco de tu cordura. Aún encima. Lo que hay que hacer por un puesto de trabajo, Dios mío, y algo de dignidad.

Pues nada, gracias por leer esta denuncia, me he quedado muy bien, y me gustaría dedicársela al "Mar de Marín", tristemente naufragado, más bien hundido en la ría de Vigo, en el que un día de 2009 embarqué como observador y cuya tripulación me sorprendió y enseñó mucho en aquella, una de mis primeras mareas en litoral, cuando aún tenía ilusión por "trabajar".

*Lic. en Ciencias Biológicas, exobservador pesquero del IEO