Apenas conocida la mejor calificación de la deuda española por una agencia de rating, a un ministro de Rajoy le faltó tiempo para anunciar que esto les anima a seguir con las reformas. Poco dura la alegría en la casa del pobre. También Alemania está en reformas, como la de bajar la edad de jubilación a los 63 años; pero las que la "troika" sigue "recomendando" a España tienen el signo contrario. Reducir a la vez el paro y los impuestos, como aquí prometen, suena tan bien como las ilusiones y las fantasías. Lo malo es que esos narcóticos preelectorales ya reciben la medicina preventiva de la triada excelsa, CE+BCE+FMI, que tiene un oído muy duro para los cánticos celestiales. O más reformas/rebajas, o el pufo colosal del país seguirá jalando hacia el fondo. Significativamente, la nota de S&P no emocionó a los inversores en una jornada de bolsa bastante plana.

Es de notar que la indispensable reactivación de la iniciativa privada sigue pendiente del desbloqueo del crédito. Sin insuflar vigor a las empresas y fomentar verdaderamente la creación de otras nuevas, no habrá empleo, ni consumo, ni país razonablemente soberano en el todo europeo. Durante las últimas semanas, los políticos se han empleado a fondo en explicar que la gran mayoría de las leyes españolas traen cuño europeo. Será cierto, pero de tanto escucharlo deriva el escepticismo sobre la necesidad -en relación con su costo- de una estructura de gobierno, instituciones y administración interna proporcionalmente superior a la de los socios más poblados y ricos de la Unión. Si nos lo dan casi todo hecho y asumimos su obligado cumplimiento, están sobrando muchos sueldos, complementos, dietas y canonjías suculentas.

Si el cerrojo de los bancos, generosamente rescatados con nuestro dinero, es un compás de espera hasta ver qué pasa con las nuevas e inminentes pruebas de estrés, crucemos los dedos para que den positivo. De lo contrario, las reformas anunciadas por el ministro seguirán ahogando a la gente, sin oxígeno crediticio para las empresas creadoras de empleo y riqueza que arriesgan apostando por el país, además del propio beneficio. Sabremos si la reordenación bancaria, que no se limitó a eliminar entes enfermos o corrompidos sino que barrió también los fructíferos en el desarrollo de su entorno próximo, ha sido un acierto o el enésimo error. Porque es muy extraño que la plétora normativa de la UE no asocie concretas obligaciones a la concesión y mantenimiento de las fichas bancarias.