Hace aproximadamente un año los vientos pesimistas y los pronósticos agoreros cambiaron repentinamente en el sector de la prensa cuando se empezó a considerar una posibilidad tangible, realista y cercana en el tiempo: la construcción de un modelo de pago en internet basado principalmente en suscripciones y cimentado sobre el cambio del paradigma que supone la transición desde el modelo tradicional de navegación en la web al acceso a contenidos a través de las aplicaciones de pago para smartphones y tabletas.

No obstante, una de las grandes batallas que se están librando en este contexto, y en la cual todas las partes intentan tomar posiciones, es el control del negocio de distribución de los contenidos a los que se puede acceder a través de las aplicaciones desarrolladas para estos nuevos soportes.

Apple tiene una posición dominante en este campo y su pretensión de aprovechar esta situación de privilegio ha creado grandes tensiones con los editores, que no se resignan a dejar en manos de las empresas tecnológicas (Apple, Google o cualquier otra), el control sobre sus suscriptores y sobre una parte de su negocio, pero que a su vez son conscientes de su dependencia de esas mismas empresas, que les pueden proporcionar, al fin, unos entornos adecuados para la venta de contenidos, como demuestra el éxito del modelo de pago de iTunes.

No es de extrañar, por tanto, que el sector esperara durante meses como agua de mayo la concreción de las declaraciones de Steve Jobs hace un año, en las que anunciaba su apuesta por unos medios de comunicación fuertes y su voluntad de trabajar codo con codo con los editores para poner en marcha modelos de negocio que garantizaran el futuro de la prensa.

Pero cuando el pasado mes de febrero la compañía de la manzana dio a conocer su sistema de pago por suscripciones, muchos consideraron que planteaba unas condiciones leoninas. Apple se reservaba el derecho a quedarse con los datos personales de los suscriptores –que solo serían cedidos también a los editores si los suscriptores lo autorizaban de forma explícita–, se llevaría un 30% de comisión y, por si fuera poco, prohibía terminantemente la venta de suscripciones para aplicaciones fuera de la Apple Store a un precio inferior, con lo que la empresa de Jobs se aseguraba que los suscriptores no tendrían fuera de su tienda alternativas a mejor precio y cercenaba la capacidad de los editores de buscar modelos que les permitiesen ahorrarse el 30% de comisión que Apple impone buscando alternativas como la venta a través de sus propias webs.

La semana pasada el "Financial Times" respondió de forma inesperada con un audaz golpe de mano cuyas consecuencias están aún por determinar. El 7 de junio, el diario económico londinense enviaba a sus suscriptores un correo electrónico en el que les anunciaba la creación de una aplicación alternativa (http://apps.ft.com) a la que habían obtenido en la tienda de Apple y les pedía que se la descargaran cuanto antes para sustituir a aquélla.

En realidad la "aplicación" desarrollada por FT a pesar de su nombre (Web app) es un acceso optimizado a través de la web para iPhone e iPad –es decir, una web adaptada a estos soportes–, cuya experiencia de navegación y funcionalidades es muy similar a la de la aplicación de la Apple store, con la diferencia de que en este caso el medio se queda con los ingresos íntegros y mantiene toda la información sobre sus suscriptores.

La respuesta de Apple no se hizo esperar, ya que tan solo dos días después, el 9 de junio, el blog "Macrumors" anunció que, tras una negociación con compañías como Time Inc., la compañía rectificaba algunas de las condiciones impuestas en febrero y cambiaba los términos de las mismas para permitir que sus aplicaciones puedan leer o reproducir contenido adquirido de forma externa y que bajo determinadas condiciones, los editores puedan cobrar menos (o incluso ofrecer de forma gratuita) una suscripción comprada fuera de la Apple Store. Por tanto, bajo estas nuevas premisas, un productor de contenidos podrá realizar suscripciones a aplicaciones de Apple en su propia web evitando ceder una comisión por las mismas.

No obstante, el órdago del "Financial Times" va más allá, ya que pasa por puentear totalmente a Apple volviendo a un entorno web redefinido y adaptado e intentando demostrar que puede haber vida fuera del Apple store (o tiendas similares), es decir, volviendo a un entorno web que muchos analistas no consideran propicio para los contenidos de pago.

En cualquier caso, el movimiento del diario económico y la rectificación de Apple ha evidenciado que la lucha por el control del negocio de la distribución online está abierto, que queda mucha partida por jugar y que los modelos futuros tendrán que buscar equilibrios razonables entre los intereses de los productores de contenidos y los propietarios de los puntos de distribución más concurridos y rentables.