Así que, visto lo visto -y lo oído, por ejemplo al señor Pérez Touriño denunciando que la ex ministra de Fomento guardaba en un cajón proyectos vitales para Galicia- no debe extrañar que el nuevo presidente de la Xunta haya hablado de mentiras en el asunto del AVE y exigido responsabilidades políticas por ellas. Y por lo que se deduce de lo expuesto tras el Consello de ayer, las reclama urbi et orbi para que no queden dudas sueltas por ahí.

Es evidente que la exigencia no se ha de dirigir, porque sería inútil, al ex jefe del ejecutivo autonómico, ni tampoco a la maléfica Maleni -aunque margen de castigo para ésta, que va en una lista europea cuyo apoyo se pide también a los electores gallegos; qué osadía-, y por lo tanto habrá de orientarse a otros. Y no a pocos; a todos los que durante estos años rechazaron las denuncias por la demora en los plazos o la imputaban, de hecho casi en exclusiva, al PP del señor Aznar o a sus ministros de Obras Públicas.

(Es cierto, para muchos, que el período monclovita de don José María no supuso precisamente agilidad para los intereses de la modernización ferroviaria de Galicia y está en la memoria de todos que hubo de ser la catástrofe del “Prestige” la que indujo al señor Álvarez Cascos a darle perfil AVE al tramo Lubián-Ourense, en principio previsto con una sola vía. Pero también es verdad que el presidente Zapatero poco hizo por acelerar el asunto y ya van cinco años y mil promesas.)

Conste que la reclamación de responsabilidades, o al menos explicaciones, desde la cúspide de la Xunta tiene buena ocasión para responderse: lo es el congreso del PSdeG porque en él estarán don José Luis Rodríguez, que prometió y apenas cumplió, y el nuevo ministro de Fomento, al que corresponde arreglar -y parece que en ello está- la desfeita de Magdalena: se le pedirá, a don José, que “barra para casa” al menos tanto como lo hizo Álvarez hacia su Málaga natal.

Conste que al nuevo ministro algo de eso se le nota ya, verbigratia el cambio en el proyecto de entrada del AVE a Galicia para mejorar sus prestaciones. La Xunta y el PP desconfían de que todo sea una maniobra para ocultar más retrasos y, en todo caso disimular las mentiras anteriores, pero puede que no sea tan así. De hecho, y dado que el tramo a variar estaba sin tocar, retrasos mucho mayores no habrá y el horizonte lógico seguirá siendo 2015; si resulta o no un camuflaje podrá comprobarse a tiempo de pasarle factura. Mientras, todos habrían de sumar esfuerzos.

¿O no...?