El plan presentado por la Autoridad Portuaria para afrontar el crecimiento del Puerto de Vigo ha sido en principio bien recibido por partidos políticos, agentes portuarios, sociales y empresariales, de manera que se abre un escenario favorable a priori para su futuro desarrollo. A diferencia de otros intentos que obviaron el consenso y que tanto rechazo general suscitaron, la nueva propuesta de la comunidad portuaria surge con un afán integrador entre Puerto y ciudad y parte de posiciones más sensatas, precedidas de un largo y maduro proceso de consultas y planificación. No cabe, pues, más que felicitarse por el hecho de que por vez primera haya posturas coincidentes sobre cómo han de enfocarse las soluciones, corrigiendo así errores anteriores y buscando hacer compatible el desarrollo del Puerto, principal arteria de la economía de Vigo, con las demandas mayoritarias de la ciudad.

El Plan de Usos, anticipado por FARO el viernes pasado, incluye algunos de los proyectos del prestigioso arquitecto francés Jean Nouvel, aunque adaptados a lo que la comunidad portuaria, impulsora del mismo, considera sus necesidades. Duplica el muelle de Trasatlánticos e incluye la torre Nouvel de 116 metros de altura, que en vez de hotel acogerá el centro de control de tráfico marítimo, la Capitanía y las compañías de Salvamento, así como una cafetería con mirador abierta al público. Esta terminal contará además con una nueva estación de ría y un balneario de agua marina, también abierto al público, así como una pasarela conectada con el muelle comercial y con el eje de la calle Colón.

Será ampliado el puerto deportivo, que pasará a tener 800 plazas, y en O Berbés, la escollera se convertirá en línea de atraque, al tiempo que la actividad pesquera quedará combinada con el uso ciudadano, ya que los viejos almacenes de armadores quedarán transformados en locales que serán “escaparate” de esa actividad, como comercios o restaurantes.

El relleno del Areal quedará finalmente en 77.000 metros cuadrados, a construir en dos fases, muy lejos de los 200.000 y más tarde 100.000 defendidos en su día por el entonces presidente del Puerto, Julio Pedrosa, quien proclamaba sin más que no había nada que debatir respecto a un proyecto que los vigueses entendieron entonces carente de toda justificación.

Bouzas contará con dos nuevas rampas para el tráfico rodado, y, además, el proyecto prevé el futuro traslado de las industrias frigoríficas de Beiramar, construir un relleno en Chapelisa y transformar la zona de Duchess, en el interior de Rande, en un espacio de ocio ciudadano con un mirador en el viejo cargadero de mineral. El Puerto desafectará también 11 kilómetros que considera innecesarios para su crecimiento en Redondela, Vilaboa, Moaña y Cangas, al igual que polígonos de bateas.

FARO siempre defendió el crecimiento del Puerto de Vigo, desde el mismo momento de su creación, porque, como ha manifestado repetidas veces en este mismo espacio editorial, resulta imposible concebir Vigo sin el puerto. Decíamos entonces que “se puede y se debe crecer, pero hay que batallar en la reflexión sobre la forma de hacerlo ya que además está en juego nuestro gran patrimonio natural y paisajístico, la ría”. Y aclarábamos: “El Puerto debe crecer, necesita crecer, y sería conveniente que lo hiciese con más ambición, si cabe. Y precisamente porque tiene que desarrollarse, que generar más riqueza, que crear más puestos de trabajo y reducir los empleos precarios, es imprescindible debatir con rigor, y sobre todo, con argumentos sobre cómo hacerlo (...) El Puerto tiene la responsabilidad de crecer engrandeciendo la ciudad”.

A lo largo de todo este tiempo, los políticos que han desempeñado sucesivamente tareas de gobierno en el Concello y el Puerto han aportado ideas e iniciativas, como trasladar las empresas frigoríficas asentadas en Beiramar para liberar el frente marítimo o potenciar la expansión urbana en torno al futuro Auditorio, propuestas que propiciaron un debate abierto e interdisciplinar que han marcado sin duda el Plan de Usos presentado esta misma semana por la Autoridad Portuaria.

Es evidente que no todos verán cumplidos sus aspiraciones con el nuevo proyecto, pero el espíritu de consenso manifestado hasta ahora resulta esperanzador para que, por fin, Puerto y ciudad puedan remar juntos en una misma dirección. El hecho de que el Puerto redefina sus polémicas intenciones de la época de Julio Pedrosa como presidente y se comprometa en hacer compatibles zonas concretas con la actividad ciudadana y los ámbitos del ocio, el comercio o el deporte, refleja otra manera de ver y entender el futuro del frente marítimo.

La favorable acogida con que han recibido el plan de usos tanto el alcalde, Abel Caballero, bajo cuyo mandato en el Puerto surgió la idea de Nouvel, como la portavoz del PP, Corina Porro, que reivindica el giro dado a todo el proyecto portuario en su etapa como alcaldesa, o el nacionalista Santiago Domínguez, que celebra la presentación del documento como una respuesta a una demanda insistente del BNG -aunque pospone su valoración definitiva a conocerlo en detalle-, es cuando menos un inicio prometedor. Como lo es que todos encuentren en el plan elementos propios.

El nuevo diseño supone, además, una magnífica ocasión para dar atractivo a la puerta de entrada a Vigo por la ría con una torre que bien podría convertirse en el faro de Hércules de la Galicia del siglo XXI, a semejanza del emblema romano que aspira a ser proclamado Patrimonio de la Humanidad. Una torre que debería simbolizar el nuevo urbanismo vigués de esta centuria y potenciar el tráfico de cruceros y el deporte náutico.

La proximidad del relevo en la Autoridad Portuaria no debe ser motivo para que intereses partidistas impidan ahora llegar a acuerdos firmes entre las distintas administraciones. De la gestión y habilidad negociadora de sus responsables se espera ahora la mejor hoja de ruta posible para desarrollar este plan.

El Puerto es la arteria vital de la economía, la industria, el comercio y el turismo de Vigo. Sin su desarrollo la ciudad se frenaría y el Sur de Galicia, en general, se anquilosaría. El Puerto necesita crecer, más en una etapa de tan serias dificultades económicas, pero, como hemos sostenido de forma reiterada desde este mismo espacio editorial, debe hacerlo sin dar la espalda a la ciudad y con consenso, algo que parece más próximo que nunca. Ahora queda materializarlo y ponerse manos a la obra.