Caballero galante de los que ya no quedan, el vicepresidente de la Xunta se reunió el otro día en Silleda con cerca de 6.000 mujeres en un acto que bien podría ser reputado de mitin "de género", por decirlo en la jerga política actual. Anxo Quintana las piropeó, les regaló los oídos y hasta se burló de sus colegas varones -"que sin vosotras no sabrían que pantalón ponerse"- en un abierto acto de traición al sexo masculino. Se conoce que no teme perder el voto de los señores así agraviados.

Para los aficionados a la tauromaquia, el mitin bien podría evocar cierta corrida gratuita que el matador Jesulín de Ubrique ofreció años atrás sólo para mujeres. Demostrando gran valor, el diestro se encerró en la plaza de Aranjuez con seis toros y 9.000 señoras que acabarían premiando su faena con grandes ovaciones y el lanzamiento de prendas íntimas al ruedo.

Naturalmente, no ha sido este el caso de Quintana, que a fin de cuentas es un serio gobernante al que le están vedadas tales frivolidades de lencería. Las asistentes al mitin se limitaron a cubrirlo de aplausos, propinarle abundantes besos y acaso lanzarle algún requiebro, puesto que lo político no quita lo valiente y el líder nacionalista pasa por ser mozo de buena planta.

Verdes de envidia, sus adversarios -así en el gobierno como en la oposición- no han tardado en hacer correr la especie de que estas particulares deferencias de Quintana hacia las señoras tienen menos que ver con el galanteo que con el interés electoral. Nada de particular ocurriría si así fuese, habida cuenta de que las mujeres constituyen más de la mitad del censo y Galicia gasta fama de ser un país matriarcal en el que la última palabra suelen tenerla las damas. Mal político sería el que renunciase a cultivar ese abundante huerto de votos. La papeleta, como la tierra, es para el que la trabaja.

Bien lo sabe el dirigente nacionalista que, no contento con agasajar a las señoras en un mitin unisexual, acostumbra a mimar también a los jubilados en multitudinarias romerías como las que ideó el anterior monarca autonómico Don Manuel.

Lo que en tiempos de Fraga era una macrofiesta anual bajo el título de "Xuntanza da Terceira Idade" ha pasado a ser ahora un "Encontro de lecer para os nosos maiores", pero la esencia del baile es la misma aunque haya cambiado el director de orquesta. Si acaso, la única diferencia sería de orden numérico. El nuevo gobierno de modernidad y progreso ha multiplicado por ocho la única romería que, módico por una vez, promovía Fraga al año.

El resto de la función no varía en absoluto. Hoy como ayer consiste en organizar verbenas oficiales con el sano propósito de que los mayores le den una alegría al cuerpo, aunque los nuevos gobernantes prefieran definirlo en su enrevesada jerga como "una actividad lúdica e interactiva" orientada a proporcionar "alternativas saludables, enriquecedoras y gratificantes" a los jubilados. Es decir: bailongo, paparota -ahora llamada "Gran Xantar"- y animación a cargo de afamados presentadores.

Al igual que en el caso de las mujeres, nada hay de anómalo en estas especiales atenciones que el vicepresidente Quintana presta a los decanos de la vieja tribu de Breogán. En un país tan envejecido como Galicia, donde cualquiera es joven -e incluso "chico"- hasta cumplidos los cincuenta, parece natural que se cuide con especial mimo al abuelo votante. Los últimos cálculos sugieren que de aquí a un par de décadas habrá en este anciano reino tantos jubilados como trabajadores en activo. Y esas son palabras -y cifras- mayores.

De ahí que el sagaz Quintana haya adoptado como propio el lema: "Mujeres y ancianos, primero" que no es sino una variante de la vieja consigna que los marinos suelen usar en caso de naufragio. Hay mucho voto que pescar de aquí a marzo.

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