De modo que, con el PSOE decidido a convertirse no sólo en la exclusiva referencia electoral de la izquierda -que ahora mismo, y habida cuenta de los resultados de marzo, eso ya lo tiene conseguido- sino también en la doctrinal, a pocos habrá de extrañar el contenido de su último congreso federal. Y menos aún los porcentajes de apoyo a quien firma la propuesta, que es el equipo que además lo llevó al gobierno: en cualquier otro sitio, o en otro partido, los datos se dirían "búlgaros", aunque visto un naciente culto a la personalidad, otros llamarán cubanos.

Se apunta lo anterior no sólo porque es obvio sino porque aportan, los contenidos principales de las propuestas socialistas, pistas para el futuro inmediato. La batalla política se va a plantear más en el terreno de lo que diferencia a la derecha de la izquierda que en otros donde, como en la economía, las fórmulas son más escasas y por tanto las distancias menos rotundas. Para quienes ocupan ahora el poder no hay demasiado margen de maniobra a la hora de resolver los problemas materiales -lo del primum vivere, vaya- de la sociedad y por tanto tienden a camuflarlos.

No se trata de jugar con los conceptos: la evidencia demuestra que la crisis actual no puede abordarse con las fórmulas tradicionales de la izquierda -a las que ha renunciado hace tiempo, además- y, para evitar el coste político y electoral que puede suponer eso en una parte notable de la sociedad, lo que se hace es fijar la atención allí donde es más visible el contraste con la derecha. Y por eso la eutanasia o el aborto ocupan el sitio de la nacionalización de la banca o la reforma agraria en el catálogo de los sacrosantos iconos de la llamada "progresía".

En todo caso, y aún así, llama la atención que las referencias a lo que ocurre ahora mismo en la calle, a las preocupaciones -e incluso angustias- de los ciudadanos, hayan quedado sólo para los discursos finales del congreso. Una muestra más a añadir a las ya dichas de que en esta ocasión conviene apelar más a lo que es abordable como símbolo que a lo que hay que tragar como receta. Un método peligroso, pero como ya se sabe aquello que decían los latinos,, que fortuna audaces iuvat, -y más cuanto se tiene un buen equipo de propaganda- vale la pena correr el riesgo.

Ocurre que esa fórmula -que hay quien llama radical- es aún más delicada en Galicia, si es que pretende aplicarla aquí el PSOE. En este lado del Padornelo, y a día de hoy, no hay tanta izquierda como en el otro ni está -al menos en apariencia electoral- tan por la labor de ser más roja. A no ser que quiera echarle un pulso ideológico al Bloque, que podría: habrá que esperar algo aún para averiguarlo.

¿Eh...?