Lo bueno de este Gobierno es que vigila todo de forma muy atenta, "no pierde de vista", "sigue muy de cerca", "no baja la guardia" y otra serie de frases hechas que la vicepresidenta desparrama no necesariamente con donaire sino a su estilo en cada comparecencia posterior a los consejos de ministros. El mosqueo aparece cuando pese la atenta vigilancia, la no pérdida de vista, el seguimiento de cerca y la guarda alta, la inflación llega a las cotas que está llegando, el paro aumenta, se corrigen muy a la baja las cifras de crecimiento económico y aumenta la cifra de morosos que no pueden hacer frente a las desuda contraídas. Pues menos mal que lo vigilan todo; si llegan a mirar para otro lado, ya estamos en el "corralito".

Pero siendo esto importante -el pan nuestro de cada día- es infinitamente menos trascendente que la muerte de una niña a manos de un pederasta. Esta tragedia, que desgraciadamente ocurre en cualquier país, en cualquier sociedad, se ha convertido en España en un autentico escándalo social por un montón de cosas y como muestra valga que el aun presunto asesino de Mari Luz estaba "en paradero desconocido" para un juzgado mientras se presentaba puntualmente cada semana en otro. No voy a hacer recuento aquí de los delitos cometidos por el personaje y de las condenas por esos delitos; son de sobre conocidos. Pero si me parece importante plantearse en templado algunas cosas que convendría estudiar en esta legislatura. Porque no es serio que Gobierno se lave las manos y pase la patata caliente al CGPJ. Y es que, además, no se trata sólo de este terrible caso de Mari Luz. Aquí, o nos tomamos en serio la reforma de la Justicia o nunca tendremos una democracia seria.

La independencia de los jueces debe ser sagrada, pero independencia no es ni impunidad, ni falta -en ocasiones- de educación, ni reino particular. El juez es intocable y en muchísimos casos, no sólo ofende la dignidad incluso de los abogados sino que resulta absolutamente imposible algo que creo está reconocido por las propias leyes: el derecho de los implicados en un juicio a ser escuchados por quien va juzgar. El señor juez, sencillamente no se deja ver, no se deja hablar, no recibe. Y agarras el cabreo y le dices a tu abogado que vas a montar un cristo porque tienes derecho a ser oído, y te aconseja que te calles, que te aguantes, que en este Estado de Derecho, renuncies por tu bien a tus derechos para no calentar al juez. Y esto está ocurriendo cada día en cientos de juzgados y nadie parece escandalizarse. También pasa lo contrario, es verdad, y hay jueces ejemplares, pero por desgracia -y pregunten en el Colegio de Abogados- son la minoría.

Se me dirá que si los jueces tuvieran que recibir a todos los actores de un juicio, el colapso de la Justicia seria ya total. Cierto. Por eso no me vale que un ex juez como Alonso, se quite el escándalo de Mari Luz de encima y deje la pelota en el tejado del CGPJ. La pésima situación de la Justicia en España depende de decisiones políticas: meter mucho más dinero y legislar de acuerdo con la sociedad. Una justicia garantista está muy bien y está muy bien que el fin de prisión sea la reinserción del delincuente. Pero en el Siglo XXI habrá que empezar a replantearse algunas cosas. Es cierto que para algunos delitos se ha eliminando la redención, pero hay que seguir en esa línea y tenemos varias asignaturas pendientes: la violencia extrema de menores, la reincidencia, los delitos que están en la frontera de la enfermedad y que la mayoría de los expertos consideran prácticamente imposibles de recuperar o adecuar las penas a una nueva sensibilidad social, si se me permite la expresión.

Resumiendo: hay que dedicar más dinero para agilizar y hacer coherente el trabajo en los juzgados, hay que hacer que los jueces estén más cerca de la gente o que la gente pueda acercarse más a los jueces, hay que legislar sin miedo ni complejos y, ya puestos, habrá que plantearse si no sería bueno que en el CGPJ no haya sólo juristas -cercanos además a los partidos- sino solventes representantes de la sociedad y no sólo compañeros de profesión. No es que desconfíe, pero casi mejor abrir el abanico.