No hablo de la película, que aún no he visto, sino de su efecto en ciertas mentes, que puedo ver en las columnas (nunca de este periódico, claro). Esparta seduce, inflama, rearma, enerva, contra el infiel, el extranjero, el otro, el oriente odioso, barroco y pervertido. Prietas las filas, recias, marciales, nuestras escuadras van. Jerjes tan pronto es un agresivo batasuno, al que resistir en nombre de Occidente, como un islamista de pasiones promiscuas, frente al que alzar la austera reciedumbre de nuestra estirpe inmortal. Estos brotes son de gran utilidad, nos dejan ver cuánto hay a veces de pueril bajo discursos de excelente sintaxis. ¿Mestizaje, fusión, hibridación?. Fuera esos melifluos modos de renuncia a la genética de nuestra civilización. ¿Paz?. Palabra sospechosa que encubre debilidad. ¿Educación para la convivencia?. Mejor instrucción en orden cerrado. Y así.