Desplazamiento hasta Cambados de un colectivo gastronómico exclusivamente masculino para dar cuenta de unas ostras, unas almejas y un guiso de escacho. A los postres , mientras alentamos la digestión con un licor de hierbas, las ostras, que tienen justa fama de afrodisíacas, hacen una labor insidiosa y sugieren a uno de los contertulios la posibilidad de acercarnos a Vilagarcía para visitar un salón de erotismo, que ya va por su segunda o tercera edición. La propuesta es acogida con división de opiniones, pero como hay que "matar el rato" (afición cinegética que tiene muchos partidarios), optamos por acudir a ver que pasa. Lo que pasa es que en la puerta nos cobran veinte euros por cabeza, precio que nos pareció excesivo por adquirir el derecho a entrar en un "sex-shop" de grandes dimensiones y algo desangelado. Porque el famoso salón de erotismo estaba organizado en la sede de un recinto de ferias y exposiciones, y, para lo que allí se exhibía, sobraba espacio por todas partes. Había tres o cuatro puestos con objetos de ayuda a la estimulación erótica, fundamentalmente consoladores, vibradores y vagínas de latex, bastantes de ellas en colores y la mayoría con movimiento a pilas. Alguna muñeca hinchable para los muy solitarios, como la que tenía obsesionado al personaje que interpretaba Michel Piccoli en "Tamaño natural" , aquella curiosa película que dirigió Berlanga ( por cierto un erotómano de primera clase). Y apenas unos arreos para tener bien sujetos a los sumisos en las practicas sado-masoquistas. Al menos, eso es lo que estaba a la vista sobre el mostrador. Además, pudimos anotar la existencia de un puesto para propiciar la desinhibición sexual, otro con revistas de contactos en el ámbito de Galicia, un tercero con ropa interior sugerente, y el inevitable bar para los sedientos. En un rincón de la sala había una pequeña sala dedicada a conferencias, aunque no pudimos saber de su contenido porque la programación no estaba anunciada. Pero el espectáculo principal de estas jornadas sobre erotismo, consistía en una serie de espectáculos con porno artistas de ambos sexos, respecto de los cuales la organización del evento advertía cautelosamente que "podían herir la sensibilidad" del respetable público. Desde luego, nada distinto de lo que programan en abierto algunos canales de televisión en las madrugadas de los fines de semana. Es decir, un recital interminable de lametones supuestamente excitantes. Por lo que a mí respecta, la única sensibilidad que resultó ofendida fue la de las orejas, ya que los altavoces de la música tenían la misma potencia que los de las orquestas veraniegas. Un auténtico espanto. Y mención especial para el puesto que organizó la Conselleria de Sanidade de la Xunta de Galicia, que contribuyó al buen éxito del evento mediante el reparto gratuito de preservativos, útiles de limpieza y folletos sobre las practicas sexuales de riesgo. A nosotros, una amable señorita, quizás viéndonos todavía en edad de continuar en activo, nos regaló un buen surtido de ellos, que aceptamos muy halagados. Haremos uso de esas "camsinhas", como mejor nos convenga. Dios se lo pague.