Esta vez se adelanta el festejo, y algunos de los excursionistas de la manifestación del PP titulara "Navarra es Navarra" es posible que tengan la tentación, además, de visitar "la ruta Hemingway" de las corridas del siete de julio y siguientes. Pero no. Esta vez es una razón seria, aunque cabe suponer que no "a vida o muerte" como algunos de los que corren ante los cuadrúpedos de julio. Esta vez sí hay una cierta discusión en Pamplona, porque además de manifestarse el PP está previsto que también lo haga el sindicato abertzale Lab, y ciertamente, no serán coincidentes sus lemas ni eslóganes ni pancartas ni gritos. Con bastante probabilidad, el PP ha hecho otro notable esfuerzo para que la plana mayor del partido, con Rajoy, Acebes, Zaplana, Astarloa, Esperanza Aguirre..., se vean asistidos por las bases, al igual que lo han sido las anteriores movilizaciones producidas en otras ciudades españolas, e incluso ante embajadas de España en el extranjero... Por cierto, que se ha tenido que aclarar previamente que la manifestación navarra no debiera encabezarla Rajoy, sino Miguel Sanz, el presidente autonómico, una atribución o competencia que nunca se le concedió a Esperanza Aguirre ni a Ruiz Gallardón en las múltiples salidas a la calles madrileñas. Pues bien, tanto Rajoy como Sanz vienen haciendo parecidas proclamas, y explicando idénticos temores, resumibles en uno, que viene a ser la más reciente propuesta y oferta de Otegi: que "el proceso" de paz en Euskadi, o el final dialogado de la violencia, termine con la incorporación de la hoy autonomía uniprovincial navarra a la Comunidad vasca, una hipótesis de trabajo que ya contempló muy previsoramente la Constitución vigente desde hace más de veinte años.

Claro que ni Rajoy ni Sanz lo dicen de ese modo, sino que Navarra será moneda de cambio y otra prueba más, y vergonzante, de las cesiones del gobierno de Zapatero al chantaje etarra, ni más ni menos. Sanz y Rajoy reclaman también, a una vez sola vez, que Zapatero debe decir, claro, que no está dispuesto a modificar el estatus de Navarra y exigen, del modo más rotundo, que el presidente que diga si la Comunidad Foral no es el pago a ETA. Eco de esos dos personajes del PP es su portavoz Eduardo Zaplana, que también proclama su sospecha de que el gobierno no está dispuesto a preservar la identidad navarra. No están en esa línea todas las restantes fuerzas "no gobernantes" en Navarra, es decir, todos menos PP-UPN, CDN. Las restantes fuerzas "no excluyen" que el poder que vienen manteniendo las derechas navarras pueda registrar un vuelco trascendente tras las elecciones que vienen, y que se haga realidad la hipótesis de la Constitución vigente, esta vez nada satisfactoria para el PP, pero sí para esas fuerzas alternativas. Por ejemplo, para Uxue Barcos, que entiende que Navarra está muy bien blindada por la Constitución. En todo caso, a muchos le parecerá más inteligente o al menos más ocurrente la reacción de Alfredo Landa sobre la cuestión: "¿Que Navarra se incorpore a Euskadi? En todo caso, al revés", dice el cómico. Pero las cosas no están para bromas.