Galicia aguarda con especial expectación uno de los platos fuertes que le quedan a la delegación española en Tokio. En la madrugada del jueves al viernes el K-4 500, que incluye a Rodrigo Germade y Carlos Arévalo, afronta eliminatoria previa y cuartos de su asalto al oro, que debería concluir con la final del sábado (5.37 hora española; la semifinal, a las 04.00). La tripulación española parte como segunda favorita en una prueba de gran calado histórico.

El piragüismo se ha convertido en el gran proveedor de medallas de España, singularmente gracias a la escuela gallega: David Cal, Carlos Pérez, Cristian Toro, Teresa Portela... En época moderna han predominado los duetos o los individuos. Desde Montreal 76, con la plata del capitaneado por Herminio Menéndez, España nunca ha brillado en el barco de equipo por excelencia.

La ocasión parece la adecuada,pero ha costado. El proceso de selección de los integrantes ha resultado especialmente traumático. Saúl Craviotto y Carlos Arévalo eran los únicos con plaza asegurada en el cuarteto. Las otras debían dirimirse entre Cooper, Germade, Toro y Carlos Garrote. La Federación Española diseñó un protocolo que su ex presidente, Juan José Román Mangas, protector de Garrote, y otros actores como el Club Fluvial Lugo, al que pertence Toro,denunciaron como amañado para favorecer a Germade y Cooper. A Craviotto lo acusaban singularmente de querer construir un equipo a su gusto. Toro y Garrote acabaron abandonando Trasona.

Los ecos de aquella guerra civil se han ido apagando en el escenario público, pero añaden sin duda presión a la aventura del K-4 500, que Craviotto comparte con su actuación en el K-1, que se decidía en estas horas El catalán afincado en Asturias no solo combate contra los rivales en el agua, sino en la histórica misión de igualar o superar a David Cal como el olímpico español con más medallas. El cangués posee cinco (un oro y cuatro platas); Craviotto, cuatro (dos oros, una plata y un bronce). Cal ya ha manifestado su buena disposición a ser desalojado de esa peana: “Quién mejor que Saúl para bajarme de lo más alto”.

“Ha sido un ciclo olímpico complicado, pero de nada sirve mirar hacia atrás. Yo me siento rápido y mis compañeros también. La veteranía siempre te da un plus para controlarte en momentos de máximo estrés”, reflexiona Craviotto, que destaca la buena química interna. “Estamos muy bien compenetrados, hay buen ambiente, amistad, y eso es importantísimo. En un barco de equipo, si de cuatro hay dos o tres que nos llevásemos mal sería un desastre”.

Craviotto no oculta que su prioridad es el K-4. “Yo voy a salir a por todas, con la máxima garra, la intención de ir a por todas, de llegar a la final y una vez ahí intentar hacer algo. Pero está claro que la preparación ha ido encaminada al K-4 500. Es para lo que hemos estado preparándonos cinco años. En el K-1 creo que estamos rápidos, sobre todo Arévalo, que ganó el selectivo”.

“Somos conscientes de esa presión”, comenta sobre la relevancia que tendría ganar medalla con el K-4. “Se habla de él como el buque insignia de la federación, pero al final es una medalla olímpica y da igual si la saca el K-2 de Íñigo Peña y Paco Cubelos, o la de Teresa Portela, que ha sido una maravilla. Todos son buques insignia e igual de importantes. Es verdad que en España se espera otro K-4 como el de Herminio, pero yo no le doy tanta importancia”.

Alemania es la favorita. Solo ha perdido una vez en todo el ciclo olímpico. Fue en mayo, en la Copa del Mundo en Szeged, ante España. “Nos dio una inyección de moral ver que no son inalcanzables. Perohemos agitado el avispero, ahora estarán cabreados y no hay nada más peligroso que unos alemanes cabreados”, bromea Craviotto.