El resultado favorable no es óbice para sostener que no resultó plácido el debut de España en los Juegos Olímpicos de Tokio. Sin querer jugar la carta de las excusas de manual, lo cierto es que ni la hora, ni la situación física, ni siquiera las características del rival, eran propicias para otra cosa que no fuese ponerse el mono de trabajo para lograr un triunfo de pico y pala. La excepcional actuación de Astou Ndour, autora de un “doble-doble” de 26 puntos y 10 rebotes, tuvo mucho que ver en el desenlace después de un partido marcado por un adrenalínico desarrollo.

A la España de Lucas Mondelo le tocó madrugar para romper el hielo olímpico. A las 10 de la mañana, hora japonesa, se dio el salto inicial. Cuatro horas antes ya habían iniciado el partido con el desplazamiento desde la villa olímpica al Saitama Super Arena y lo cierto es que las españolas fueron las primeras en llegar al partido. Especialmente una Cristina Ouviña que fue la encargada de liderar un parcial inicial de 0-8 que hizo sonar el despertador en Corea del Sur.

Fue a partir de que las asiáticas encontraron a su particular faro cuando empezaron a ver la luz en su juego. La pívot de la WNBA Ji Su Park empezó a agigantar su figura y el ritmo fue acomodándose más a los intereses asiáticos. España comenzaba a sentirse incómoda con un desacierto desde el perímetro que se había peleado con su flujo anotador. Una dinámica que fue ajustando el marcador entre más errores que aciertos.

Los triples empezaron a cobrar más importancia ante lo difícil que estaba resultando sumar puntos. Ahí la puntería de Leeseul Kang se encargó de dar el primer aviso serio a España de lo que estaba por venir. Siete puntos consecutivos de la tiradora coreana hicieron saltar las primeras alarmas (30-25). Fue entonces cuando emergió la presencia de la energética Laura Gil. Su gran trabajo de bajo de los tableros se sumó al de Ndour para dejar claro que el camino al triunfo pasaba por lo que se produjese en la pintura ante el pésimo porcentaje desde la línea de tres puntos.

Con victoria parcial de Corea del Sur arrancó la segunda parte (35-33). Fue entonces cuando Ndour encontró la manera de empezar a sacarle la tapa al aro. Un triple suyo en el arranque del tercer cuarto enseguida encontró réplica en Ji Su Park. Era un intercambio de golpes continuo en el que nadie estaba dispuesto a besar la lona. Las máximas diferencias no superaron los cuatro puntos y los empates se repetían a cada minuto.

La intensidad defensiva de las españolas fue claramente en aumento en el final del tercer periodo, pero ese trabajo no estaba teniendo correspondencia en el otro lado de la cancha por lo que todo quedaba a la espera de lo que sucediese en unos últimos diez minutos sin tregua (53-54).

Esa solidez del equipo de Lucas Mondelo en materia defensiva alcanzó su cénit en los primeros cuatro minutos del último periodo. Corea no encontraba la fórmula de anotar con sus dos referentes bien defendidos. Por si fuera poco, en el arsenal ofensivo español también Silvia Domínguez encontró su fusil para abrir todavía más las diferencias. Restaban algo más de seis minutos para la conclusión y España empezaba a acariciar el triunfo con un 53-66 tras un parcial de 0-12.

Tocaba administrar la renta, pero no fue tarea sencilla puesto que la selección coreana no estaba dispuesta a tirar la toalla. El ritmo anotador español también empezó a descender considerablemente, pero el tiempo corría a su favor por lo que la primera victoria olímpica no corrió peligro pese al ejercicio de maquillaje de su rival.

Ahora ya toca poner el rumbo al siguiente escollo. Ni más ni menos que mañana miércoles ante Serbia, el rival que hace apenas un mes apeó a España en cuartos de final del Eurobasket de Valencia. La herida sigue abierta.