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Del "Pombiña" a la gloria

Támara Echegoyen empezó a navegar en el barco de su tío Miguel cuando era una niña en la ría de Pontevedra

Del "Pombiña" a la gloria

Apenas empezaban a salirle los primeros dientes cuando Támara Echegoyen (Ourense, 1984) se subió por primera vez a un velero. Fue a bordo del ´Pombiña´ el bardo de su tío Miguel Echegoyen, que ayer brindó con cava junto a la embarcación en la que la campeona olímpica de match race hizo sus primeros pinitos en la Ría de Pontevedra.

"Yo soy su tío el marinero, como ella me llama", dice emocionado tras presenciar desde Sanxenso cómo su sobrina se cuelga el oro en la bahía de Weymouth. "Navegó en mi barco, el ´Pombiña´ desde que le estaban saliendo los dientes", añade su tío. "Se merece esta medalla porque la ha trabajado desde los siete años", puntualiza. "Desde muy niña ya se le veían esas ganas de competir. Yo le dejaba llevar el barco y tenía un alma especial para llevarlo. Tenía un sentido especial para la vela", recuerda.

Pero fue de la mano del vigués Pablo Iglesias cuando Echegoyen se dedicó de forma más seria a la vela. "Emepezó porque su hermano también se dedicaba a la vela. Creo que llegó a proclamarse campeón gallego.Luego lo dejó porque decidió decantarse por el baloncesto", indica Iglesias. Pero para entonces el mar ya había conquistado a Támara Echegoyen. Desde muy pequeña se formó en el Real Club Náutico de Vigo, aunque también defendió las grímpolas del Real Club Náutico de Aguete o del Náutico de Sanxenxo. Pero fue en el club vigués donde Iglesias la introdujo en las clases de Cadete y Vaurien. En su etapa en la vela ligera enseguida empezó a sobresalir por su capacidad innata para manejar su embarcación. En Vaurien, en 2001, se proclamó campeona del mundo junto a Alba Rego y ahí empezó su eclosión.

"Estuvimos tres años regateando juntas", dice Rego. "Yo había navegado antes, pero a nivel internacional empecé con ella. La recuerdo como una chica fantástica, con mucho carácter, lo que le da ese impulso para conseguir lo que quiere", recuerda. "Ella sabe perfectamente en qué momento hay que meter caña y cuándo hay que tomarse las cosas con más calma", añade.

"Llegar a unas Olimpiadas es un sueño que Támara persigue desde que la conozco y ganar el oro es lo máximo", dice su compañera de aquella época.

Clara Giraldo se convirtió en 2001 en su nueva tripulante. "Por aquel entonces no teníamos mucha relación, pero se me acercó un día y me propuso si quería regatear con ella", dice Giraldo.

"Después de ganar el Mundial Alba Rego siguió otro camino y Támara buscaba compañera", indica. "Yo era más joven y estaba empezando una clase nueva y ese año y pico que estuve con ella fue muy importante para mí porque pude aprender mucho a su lado", cuenta Giraldo, que define a Támara como una patrona "trabajadora y disciplinada". "Siempre tiene una sonrisa en la cara. Sabe controlar la presión y tiene muy claros sus objetivos. Tiene claro que cuando tiene un objetivo tiene que ir hasta el final", añade.

Después de su exitosa experiencia en Vaurien, donde se proclamó campeona del mundo en tres ocasiones, decidió iniciar la carrera olímpica. Primero en Láser, pero luego decidió pasarse al 470, donde se quedó a las puertas de los Juegos de Pekín junto a la mallorquina Marina Gallego. Y todo mientras cursaba INEF en Pontevedra.

Esa decepción le dio sin embargo fuerza para seguir luchando por su sueño. Ella misma fue la que puso en marcha el proyecto de las ´Xiquitas Team´, que ayer se colgó el oro olímpico después de solo tres años de duros entrenamientos.

A finales de 2008 contactó con la coruñesa Sofía Toro y le propuso probar suerte en la nueva disciplina olímpica del Match Race. Asistieron a Baiona como observadoras a las citas de match race masculinas que cada año organiza el Monte Real Club de Yates. Allí conoció al portugués Álvaro Marinho, uno de su sparrings en esta preparación olímpica. El vigués Toni Otero, en la primera fase de su preparación, también guió sus primeros pasos. Tras sellar su billete olímpico, volvió a trabajar con ellas para preparar la recta final hasta Londres.

El camino hasta el oro olímpico fue largo y muy difícil. En 2009 se unió al proyecto Ángela Pumariega y empezaron a navegar en barcos escuela de plástico en el Centro de Tecnificación de Vela de Vilagaríca de Arousa. Incluso pidió prestado un Platú 25 al Náutico de Vigo para sus entrenamientos. Ese año un quinto puesto en el Nacional las alejó de su objetivo olímpico, pero en 2010 entraron en el equipo preolímpico al ganar el campeonato de España de la modalidad y se mudaron al CEAR Príncipe Felipe de Santander, bajo la supervisión de Santi López-Vázquez, que fue integrante del Desafío Español de Copa América y que solicitó la colaboración de especialistas en la clase como el mallorquín Manu Weiller para pulir su técnica.

Echegoyen y Toro no lograron el billete olímpico en su primera oportunidad. Se proclamaron campeonas de Europa en 2011, pero no tuvieron la misma suerte en el Mundial de Perth. En febrero de 2012 lograron la plaza para España en Miami, pero aún faltaba un último escalón, ya que otra embarcación española, la formada por Silvia Roca, Eva González y Lara Cacabelos también optaba a la plaza olímpica. Tras dos test selectivos en Hyeres (Francia) y Mallorca, la Federación se decantó por las ´Xiquitas Team´ para ir a Londres. Apostaron fuerte por un equipo lleno de talento y ambición y supieron responder a la confianza que se había depositado en ellas. Lograron un oro inesperado, pero que supone un premio al esfuerzo y al trabajo del día a día.

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