Popular por sus audiencias millonarias y su luna de miel con la crítica norteamericana, que le otorga unánimemente altísimas puntuaciones, Suits toma su título de los elegantes trajes con que los abogados visitan los tribunales, para dar apariencia de seriedad, de eficiencia y, sin duda, de estatus.

Sólo apariencia, porque uno de los dos protagonistas del serial nunca terminó la carrera, por su mala cabeza, pero sabe más de leyes que la gran mayoría, debido a su memoria fotográfica. De hecho, subsistió durante un tiempo presentándose por otros a los exámenes de selección de Harvard.

Su compañero, empleador y mentor lo sabe, pero prefiere mantenerlo en secreto para no desperdiciar semejante mina de oro. Y así, muy a menudo bordeando el filo de la ley, se van haciendo con los casos de más difícil resolución, y al tiempo con un prestigio de oro.

La serie, producida por Doug Liman, hacedor de Bourne, mezcla con apropiada alquimia suspense y humor, desarrollando sus tramas en dos direcciones: la que marca el asunto en el que se encuentran inmersos y las intrigas palaciegas del bufete al que pertenecen. Dos apuestos actores en alza dan vida a los personajes principales: Gabriel Macht, con interesantes títulos cinematográficos en su haber, como Amor y otras drogas, y Patrick J. Adams, proveniente de la serie Luck.