Suele decirse que el escritor Emmanuel Carrère usa las vidas de los demás para hablar de sí mismo. Y es indudable que el método le funciona: para bien y para mal. El flamante premio Princesa de Asturias ha convertido la autoficción en el género más en boga de los últimos tiempos. Y si algo –pero poco más– hay que reconocerle a su tercera película como director es que la utiliza para hablar de lo que sabe. Al principio de Between two worlds –cuya presentación ayer en Cannes sirvió para inaugurar la sección paralela Quincena de Realizadores– conocemos a Marianne (Juliette Binoche), una mujer madura que encadena trabajos temporales y mal pagados limpiando sanitarios. No lo hace por necesidad, eso sí; es parte del proceso de escritura de su próximo libro. El problema es que toda la gente con la que estrecha lazos en el proceso, currantes precarios que sí tienen serios problemas para sobrevivir, no conocen su doble vida. Desde el principio queda claro que, llegado el momento, la mujer deberá enfrentarse a los daños emocionales causados por su mentira; y, considerando la contrastada solvencia literaria de Carrère, resultan especialmente llamativas tanto la tosquedad narrativa que la película aqueja a la hora de resolver ese conflicto como su decisión de retratar a aquellos más castigados por la sociedad exclusivamente como dechados de bondad, solidaridad y sororidad.

Mientras desarrolla la historia, además, Carrère se muestra dispuesto a usarla para hacer examen de conciencia y cuestionarse si determinadas estrategias literarias son moralmente aceptables o no. Y resulta decepcionante que al final, aunque evita el impúdico recurso de la autoexculpación completa, parece solventar el debate afirmando que, para los escritores como Marianne y como él mismo, el fin justifica los medios.

El otro autor galo ilustre de la jornada fue el cineasta François Ozon, poseedor de una filmografía lo suficientemente extensa, ecléctica e irregular para resistirse a generalizaciones pero de quien, en todo caso, puede decirse que resulta más convincente cuando adopta un tono travieso, malicioso y un poco petardo que cuando trata de abordar temas importantes