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Roberto Oliveira | Percusionista, investigador, productor musical

“Macías fue un transgresor que trajo a Galicia un lenguaje de vanguardia”

“Fue un pionero no solo en el plano musical, sino también en el administrativo, incorporando la música contemporánea en la programación cultural municipal”

Roberto Oliveira FdV

El músico y productor musical Roberto Oliveira acercará la obra del compositor Enrique X. Macías (Vigo, 1958-1995) a la Universidad de Tennessee, donde hoy imparte, en formato virtual, la conferencia “Música electroacústica en Galicia; primeras manipulaciones sonoras de Enrique X. Macías 1974-1980”. El músico cerrará su intervención ante los alumnos de arte con la programación de “Lied für Maria”, pieza compuesta por Macías en 1982 durante su estancia en el estudio de sonología de Cracovia. Será la primera reproducción de una obra del músico vigués en territorio estadounidense.

–Se estrena como ponente en una universidad en Estados Unidos. ¿También será la primera vez para la obra de Enrique Macías?

–La verdad es que no sé si alguna otra vez se ha impartido una conferencia en un marco académico sobre Macías. Yo al menos no conozco ninguna, así que diría que esta es la primera vez. Hace un par de meses di una charla sobre la problemática de la catalogación de su obra, que es lo que estoy haciendo en la Universidad de Santiago de Compostela para mi doctorado, pero fue en el marco de un festival en Vigo

–¿Qué aportó Macías a la música en general y a la electroacústica en particular?

–A la música en general, aportó un nuevo lenguaje que aquí no se estaba utilizando. En Galicia fue un transgresor porque escapó de un lenguaje más común y basado en el folclore, para utilizar el lenguaje de vanguardia que se empleaba en Europa. Si hablamos ya de la electroacústica, es hasta hoy el único compositor que tiene un catálogo serio de obras electroacústicas.

–¿A qué se refiere con serio?

Quiero decir que tiene una trayectoria electroacústica, que no fue un capricho de componer un par de obras para ver cómo iban los procesos y ya está. Macías comenzó en los años setenta, con apenas 16 años, a componer música electroacústica, apenas sin medios técnicos, porque no los había, y echando mano de mucha imaginación. Que Macías realizara sus investigaciones de manipulación sonora y comenzara su carrera musical en una ciudad como Vigo, una ciudad industrial y sin tradición musical, y recién salidos del franquismo es más que relevante.

–Macías dejó un importante legado a pesar de su prematura muerte, pero ¿es lo suficientemente conocido y valorado?

–Desgraciadamente es más valorado fuera de nuestras fronteras que aquí. En Vigo mucha gente sabe dónde está su calle, pero no quién es. Vigo le debe mucho a Macías, que no solo fue un pionero en el lenguaje musical, sino también en el administrativo, colocando una música tan minoritaria como la contemporánea en la programación cultural municipal. En los años setenta, Vigo tuvo unos festivales de grandísimo nivel gracias a él y a Juventudes Musicales de Vigo, con unos carteles que no tenemos ahora. Es una pena que no sea más conocido y que no sea programado, pero aquí ya entramos en otra problemática porque tampoco los músicos contemporáneos, que los tenemos y muy buenos, lo son.

–¿Por qué?

–La programación cultural sigue estando más basada en compositores extranjeros y de épocas clásicas y románticas, cosa que me parece correcta, pero también hay muy buenos compositores y compositoras actuales en Galicia y en España. Yo confío que con la pandemia esto cambie porque para programar ahora se está tirando de artistas de casa porque es lo más fácil y barato, y se está viendo que el resultado es de una gran calidad. Esperemos que cuando vuelva la normalidad, quede un porcentaje muy algo de chovinismo sano.

¿Por qué no se programan?

–Los programadores se quejan de que quieren cosas nuevas, pero no las programan porque el público demanda otras cosas. No se puede reeducar a los adultos, así que hay que intervenir desde la escuela porque los niños son los que van a reeducar a sus adultos porque si el niño quiere ir a ver a un artista, sus padres le van a llevar, y ahí es cuando van a descubrir si les gusta o no. Los mejores consumidores de arte contemporáneo son los niños. Además no se andan con bobadas: les gustas o no.

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