In memoriam - Ricardo Martínez Barros

A mi amigo Lito

Ricardo Lito Martínez Barros, en una imagen de archivo.

Ricardo Lito Martínez Barros, en una imagen de archivo. / JESÚS DE ARCOS

Francisco Hernández Vallejo

La verdad, querido amigo, ni sé cómo empezar. Tu marcha, repentina e inesperada, amputa de mi vida una persona a la que siempre tuve como amigo y como brillante profesional del Derecho.

Solo dos días antes estuvimos charlando, de la forma socarrona y distendida que presidía nuestras conversaciones. Tu esposa, Cristina, y tus hijas, Paula y Galir, me trasmitieron lo mucho que me querías; allá donde estés, ya sabes que ese amor entrañable entre amigos gozaba de total correspondencia.

Cuarenta años de amistad nos hizo compartir, vivencias en momentos donde me ayudaste a mantener la entereza personal y, más adelante, nuestra convivencia en el consejo de administración del Celta de Vigo nos llevó a compartir los gloriosos momentos del ascenso a Primera División, de la final de la Copa del Rey e igualmente la conversión del club en SAD, donde fuiste protagonista destacado. Luego llegó la crisis de los avales, que llevó a todos los miembros del consejo a pelear, a brazo partido, contra la arbitrariedad de un sistema que hoy enseña las vergüenzas más descarnadas de la corrupción.

Además de tu cualificación, los tenías bien puestos. Más allá del vacío que nos dejas, tu familia, los miembros de tu bufete y tus amigos-as, además de llorar tu marcha, nos sentimos orgullosos de tu papel en la vida como esposo, padre y amigo.

Quedó pendiente ese arroz del que siempre me hablabas y nunca pude ofrecerte. El primero que haga llevará tu recuerdo y tu sensibilidad especial para la buena gastronomía. Le daré tu nombre para que salga redondo.

Desde lo más profundo del corazón solo deseo que, cuando toque, volvamos a encontrarnos en cualquier dimensión que el Dios en que creías con fervor nos lleve.

Un gran abrazo Lito, nunca olvidaré tu memoria.