Una trucha de récord con anzuelo de Bueu

El pescador bueués Jacobo Garrido pescó en el coto de O Corgo, en Lugo, un ejemplar de 83 centímetros

El pescador de Bueu Jacobo Garrido con la trucha de 83 centímetros y más de seis kilos de peso que pescó el Viernes Santo en Lugo.

El pescador de Bueu Jacobo Garrido con la trucha de 83 centímetros y más de seis kilos de peso que pescó el Viernes Santo en Lugo. / Fdv

Jacobo Garrido es un vecino de Bueu aficionado a la pesca fluvial. Durante las vacaciones de Semana Santa se desplazó a la provincia de Lugo, de donde es natural su esposa, y junto a un amigo aprovechó la reciente apertura de la campaña de la trucha para pescar en el coto de pesca de Quinte, en O Corgo. Allí se encontró el Viernes Santo con una de esas piezas con la que todo pescador sueña... y por la que muchos estarían dispuestos a pagar. Una trucha de más de 80 centímetros y con un peso de más de 6 kilos. Una pieza que pronto pasará por el horno para llegar al plato.

Hay días que empiezan tan bien que es imposible mejorarlos. Algo así le pasó al vecino y pescador de Bueu Jacobo Garrido, aficionado a la pesca fluvial y que el Viernes Santo, en su primer lance, sacó de aguas del río Miño una trucha de 83 centímetros y un peso estimado de entre 6 y 7 kilos. Un ejemplar descomunal que dentro de poco acabará en el horno para ser degustado en una comida entre amigos. “Seguro que se cogió alguna trucha más grande, pero un ejemplar de este tamaño es algo muy raro, anecdótico. Llevo 40 años pescando y nunca había visto algo así”, contaba ayer el vecino bueués, que regenta la joyería Artegalia en la calle Castelao. Una captura que de todos modos sería imposible sin la ayuda de su amigo y compañero de pesca Antonio Núñez. El animal se resistió y para poder meterlo en el saco es imprescindible el concurso de dos personas.

La campaña de pesca fluvial en el Miño se abrió el 17 de marzo y los dos amigos decidieron acercarse en la mañana del Viernes Santo al coto de pesca de Quinte, en el municipio lucense de O Corgo. “Antonio es de Lugo y yo voy mucho a pescar allí porque mi mujer también es de allí”, explica el pescador bueués. La jornada se puso de cara nada más empezar porque esta trucha fue la primera captura del día, pescada “a rapala”, que es una marca de peces artificiales para la pesca en mar y río. “Estábamos en la orilla porque con las lluvias de las últimas semanas el río estaba muy crecido y no podíamos entrar en el agua. Cuando sentí que había picado me di cuenta que era un ejemplar muy grande y tuve que pedirle ayuda a Antonio para sacarla”, cuenta Jacobo Garrido.

Jacobo Garrido y su amigo Antonio Núñez con sus capturas de gran tamaño del Viernes Santo.

Jacobo Garrido y su amigo Antonio Núñez con sus capturas de gran tamaño del Viernes Santo. / Fdv

Que una trucha de este tamaño “muerda” el anzuelo es muy difícil, pero conseguir sacarla a tierra es una tarea casi titánica. “Tardamos un cuarto de hora en poder sacarla. Como el río venía tan crecido había muchas ramas y restos de árboles en el agua. Para completar la captura hay que tener mucho cuidado para que la trucha no se enganche en el fondo o en una de esas ramas”, cuenta el pescador de Bueu.

El ejemplar que consiguió capturar ya tenía experiencia y había conseguido librarse del anzuelo de otros pescadores. “Cuando conseguimos cogerla vimos que en la boca tenía una marca, una cicatriz de guerra que mostraba que ya había conseguido soltarse antes de un anzuelo”, explicaba ayer Jacobo Garrido. Por su tamaño y peso se puede deducir que se trata de un ejemplar “muy viejo, con muchos años”. La suerte también quiso que tuviesen el coche muy cerca del río, algo que no siempre es posible, y no fue necesario caminar mucho con un animal tan pesado.

Jacobo Garrido (a la derecha) y su amigo Antonio Núñez (a la izquierda) con las dos grandes truchas que pescaron en Lugo el Viernes Santo.

Jacobo Garrido (a la derecha) y su amigo Antonio Núñez (a la izquierda) con las dos grandes truchas que pescaron en O Corgo el Viernes Santo. / Fdv

Su compañero pescó otra pieza de 40 centímetros y más de 2,5 kilos

Para hacerse una idea de lo excepcional de la captura baste saber que la normativa de la campaña de pesca fluvial fija en 21 centímetros la talla mínima para las capturas de trucha. Un tamaño que la pesca de Jacobo Garrido multiplicaba por cuatro. Y estuvo a punto de no ser la única de este Viernes Santo. “Un poco más abajo se nos escapó otra parecida”, asegura. Aún así, su compañero Antonio Núñez Lago no se fue de vacío porque consiguió pescar una de trucha de unos 40 centímetros y de entre 2,5 y 2,8 kilos de peso. “Nosotros estamos acostumbrados a pescar ejemplares relativamente grandes, pero esto no lo pesca todo el mundo. La gente ya alucina cuando coge un ejemplar de entre 400 y 500 gramos y hay personas que pagarían por enganchar unas truchas como las que cogimos el Viernes Santo. También hay quien no se cree que existan estos ejemplares en el río y aquí en Galicia, pero sí que los hay”, explica Jacobo Garrido.

Así no es extraño que cuando dejaron la jornada de pesca –el tope máximo es de ocho piezas por día y ellos cogieron siete– se convirtiesen en los grandes protagonistas cuando llegaron a un bar cercano para recuperar fuerzas. Todo el mundo quería hacerse fotos e inmortalizar estas dos truchas. Ahora solo queda poner fecha para degustarlas. “Esta prohibido vender las piezas. Así que lo que haremos es una comida entre amigos y la trucha la preparemos rellena y al horno”, avanza el pescador de Bueu.

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