Entrevista | Khris Cembe Director de animación de "Unicorn wars"

“‘Unicorn wars’ es una película violenta, como es la sociedad, pero también antibelicista”

Participó en la proyección del Cine Club Cangas y ayer presentó el “book art” en Wells

Khris Cembe, antes de la presentación del art book de “Unicorn wars”, ayer, en la librería Wells.

Khris Cembe, antes de la presentación del art book de “Unicorn wars”, ayer, en la librería Wells. / G. NÚÑEZ

G. M. P.

Aunque nacido en Madrid, circunstancialmente, su madre es de Cangas, donde pasó parte de su infancia y adonde regresó este fin de semana para asistir, el viernes, a la proyección de “Unicorn wars” en el Auditorio, participar en el coloquio organizado por el Cine Club y compartir, ayer en la librería Wells, el libro de arte de la película finalista a los Premios Goya, de la que es su director de animación. Lo que sigue, en forma de entrevista, es parte de lo que contó y del dialogo que mantuvo con los asistentes al acto.

–La película es violenta, pero también un alegato antibelicista, con mucha crítica social de fondo. ¿Cómo se pudo compaginar esto con recibir subvenciones públicas?

–Es una película valiente porque esto no se suele ver en los cines y estamos encantados de que nos hayan dado dinero para ello. También es cierto que no es lo mismo que lo vaya a pedir un chaval que acaba de empezar a que lo haga Alberto Vázquez, y por eso logramos una ayuda de tres millones. Para “vender” una película hay que hacerla reconocible y un buen trabajo de los productores. Esa es la parte más compleja, la que más cuesta y más tiempo lleva. Con respecto a la violencia, claro que es una película violenta, no apta para público infantil, pero la violencia está en la sociedad. El guion se hizo hace seis años, aún no había guerra en Ucrania, por s alguien puede pensar que nos estamos burlando de ello. Pero es una película antibelicista y deja claro al final... bueno, el final no lo voy a desvelar.

–No es muy habitual publicar un art book de la película, como este de “Unicorn wars”...

–El presupuesto es limitado, y en vez de gastar dinero en otras formas de publicidad preferimos hacer el libro. Un art book es una película dibujada, son imágenes que representan el estilo y la forma de la película y sirve para presentarla. Asumí directamente casi todo el proceso. Venía de Bristol, me pilló la pandemia y me encerré a diseñar casi todos los personajes. Fue un trabajo duro porque en la película hay muchísimos personajes y debe estar todo bien atado. Hay un trabajo artístico y aquí queda reflejado de modo sintetizado, porque ponerlo todo llevaría muchos libros.

–¿Cómo es la vida de un animador? ¿Cuántas horas hay que dedicarle a esto?

–Es bastante duro. Yo tuve que sacrificar parte de mi juventud, aprendiendo en casa, porque entonces casi no había medios y soy autodidacta. Salí del instituto un tanto confuso por lo que iba a hacer. Me sudaban las manos y dejé de dibujar, porque era un problema importante para mí, y me puse a grabar... Ya con cierto nivel, también requiere dedicarle horas, pero la experiencia te lleva a hacer en tres lo que antes te llevaba diez. Ahora intento trabajar menos horas. Desde luego, no como en Japón, donde trabajan 18 o 20 horas y hay gente que ha muerto trabajando. El cine y la animación son mi vida, pero la experiencia te ayuda a equilibrar.

–¿A qué ritmo avanza una película de animación como esta?

–Las muchas horas de trabajo se traducen en unos pocos segundos de película. Podemos completar unos 35 segundos de animación al mes, aunque muchos no pueden alcanzar ese ritmo y no pasan de 20 segundos. Aquí todo se hace “a mano”, como en un papel en la pantalla, frame a frame. Yo hago entre ocho y 12 dibujos por segundo, la mitad de lo que hacen compañías como Disney, pero me parece suficiente. Es cuestión de estilo. A Alberto Vázquez (director) y a mí no nos gusta el digitalismo más allá de lo mínimo posible. Son películas imperfectas artísticamente, pero con texturas que nos definen.

–¿No han pensado en hacer un videojuego?

–Se hizo uno rápido para el estreno en el festival de Sitges y es divertido. También un juego de cartas, en Francia. Pero lo más importante es proyectar la película, como hace aquí el Cine Club Cangas.

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