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La comarca registra una muerte cada mes de personas mayores que viven solas en sus casas

Casa en la que murió una vecina de Piñeiro, en Aldán, tras la mala combustión de una estufa. | // SANTOS ÁLVAREZ

En lo que va de año, cuatro personas de avanzada edad murieron en sus casas de O Morrazo, donde vivía solas. Un par de ellas fueron encontradas llevaban días muertas cuando fueron descubiertos sus cadáveres. Es el caso del sábado, cuando la Policía Local de Cangas abrió la puerta de un piso de la avenida de Galicia y encontró a una anciana de 89 años de edad muerta. Según los primeros cálculos de médicos, policía y los propios vecinos, podía llevar así tres días, que se corresponden con el tiempo que la mujer había dejado de contestar al teléfono y al timbre de su domicilio custodiado por una puerta de seguridad.

La primera mujer que falleció en este año en O Morazo fue enero, en Aldán, donde una mujer de 87 años fue hallada muerta por una supuesta mala combustión de una estufa. En febrero, la Policía Local de Moaña descubre a una vecina de 78 años de edad muerta en el jardín de su casa en Caiagua y en marzo, un vecino de Piñeiro, en Aldán, de 75 años de edad, aparecía muerto en su casa ayer a las 14.00 horas. El hombre llevaba sin ser visto y sin atender a los vecinos varios días. Esa vez fue la Guardia Civil la que se presentó en la casa del fallecido y tras entrar por una ventana encontró el cadáver de hombre en la cama de su habitación.

Todos estas muertes tienen una cosa en común: vivían solos. Lo hacían por decisión propia, unas ocasiones porque no tenían familiares y en otras porque así lo querían, nada de ir a una residencia y nada de molestar a los parientes. La pandemia agravó la situación de las personas mayores que viven solas. El hecho de que no salgan como lo hacían antes, por miedo a ser contagiados, hace que no se les eche de menos en los lugares a los que antes acostumbran a acudir. Por eso se tarda en dar la voz de alarma y suceden estas situaciones de ancianos que llevaban días muertos en sus casas, con la tristeza que todo eso genera, amén de otras incomodidades burocráticas.

Pero hay personas que se resisten a abandonar su hogar a pesar de que los informes de los Servicio Sociales e incluso del Centro de Salud aconsejen bien su internado en algún centro o que vivan acompañados por familiares. Comenta la alcaldesa de Cangas, Victoria Portas, que es también concejal de Servicios Sociales y con una amplia experiencia en temas de mayores, que hubo casos en Cangas que llegaron hasta el juzgado y que fueron los jueces quienes determinaron que la persona se valía para vivir sola. Comenta que en Síngulis viven cuatro o cinco personas solas a las que Servicios Sociales del Concello de Cangas aconsejó que dada su avanzada edad y su situación era mejor que fuera a una residencia. Pero ninguna optó por esta posibilidad. Prefieren asumir el riesgo de vivir solas a ir a una residencia o a estar con su hijos. Desde el Concello tratan de controlarlas mediante la teleasistencia o con visitas por parte de la Policía Local. Victoria Portas manifiesta que la intención es poner en marcha un servicio que se denomina acompañante de barrio, que serviría para atender a esas personas que viven solas, por lo menos ayudarles en las tareas más básicas y preocuparse de cómo están. Hubo personas a las que el Concello logró encontrar residencias públicas, pero al cabo de un mes se marcharon por su voluntad. En Cangas se pretende que haya una mayor coordinación entre el Centro de Salud y los Servicios Sociales del Concello, además de los que tiene el propio centro hospitalario de Povisa, que ya en un par de ocasiones recomendó el internamiento de una persona mayor en una residencia porque no podía vivir sola.

Los expertos señalan que la pandemia agravó la situación de estos mayores que viven solos. Apenas salen de sus viviendas y la salud mental se resiente, además de la física, ya que no salen andar como lo hacían antes por miedo a contagiarse del COVID-19. Cierto que la vacunación a la franja de población de mayores de 80 años está aportando más seguridad en sus vidas, que estaban muy reducidas.

El Concello de Cangas tiene ya elaborado un censo de personas mayores que viven solas, debido a un nuevo programa, según indicó la propia alcaldesa de Cangas.

Sin identidad el cadáver aparecido en Meira

El próximo 9 de mayo van a cumplirse dos meses desde la aparición de un cadáver que llevaba varios meses en una casa en alquiler en el barrio de Isamil, en Meira, sin que hasta la fecha haya trascendido los resultados de la investigación policial sobre la identidad del cuerpo. Desde la Guaria Civil confirman que no hay novedades al respecto y la última información fue del 12 de marzo cuando se aseguraba que se iba a tardar unos días en los análisis para identificar a la persona.

Casa de Isamil en donde apareció el cadáver. Gonzalo Núñez

El cadáver fue hallado por la casera de la vivienda, alquilada a una mujer y a su padre, con los que vivía una tercera persona. La casera hacía tiempo que no recibía el alquiler y presentó una autorización judicial para poder acceder al interior de la vivienda, en donde se encontró la macabra escena. 

El cadáver estaba en el suelo del cuarto de baño, en estado de descomposición. Esto hizo que el médico forense no pudiera realizar una válida inspección ocular en la misma noche de autos, y se apuntara a que podría tratarse del cuerpo de una mujer, que al día siguiente se descartó por el de un hombre y de avanzada edad. La Policía Judicial de la Guardia Civil investiga el caso.

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