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La revuelta de Meira con su torre

Benito Vilas (en primer término, mascarilla negra), con Paula Méndez, Nerea Vilariño, Elena Taboada y colaboradores, en el yacimiento de A Torre, con Moaña al fondo.

La Cooperativa Árbore Arqueoloxía ha logrado en un mes, desde que comenzó los trabajos de reexcavación de la Torre homenaje de Meira, en Moaña, sacar a la luz el perímetro de esta construcción de vigilancia, que data del siglo XV, y que forma parte de una fortaleza, sin llegar a ser castillo, que incluía también muralla, un patio de armas y foso. Bajo tierra, el equipo de arqueólogos llegó a los restos de esta torre que ahora se va a restaurar, pero sin reconstruirla en su altura original, sino a un metro y medio, con sus cuatro paredes y sólidos muros, de 1,30 metros de grosor, asegura Benito Vilas, presidente de esta cooperativa de arqueología, encargada por el Concello de Moaña para esta intervención con la colaboración de la Comunidad de Montes de Meira, como titular de los terrenos. El equipo de la intervención lo completan Elena Taboada, como directora; y Darío Peña Pascual, con la colaboración de Paula Méndez y Nerea Vilariño a los que se suman ahora la restauradora Iria López Baltar y el cantero Marcos Escudero. El grosor de los muros sacados a la luz da cuenta de que se trataba de una “señora torre”, con un área de unos 36 metros cuadrados.

Vista aérea del perímetro de la torre que ha salido a la luz en los trabajos de excavación Árbore

La excavación estuvo localizada en lo que es propiamente la torre, ubicada prácticamente en el centro del complejo defensivo, y de la que no se conoce qué altura debió tener, aunque bien podría estar entre 15-20 metros si se compara con otras torres del entorno, aunque es imposible determinarlo, asegura el arqueólogo.

La torre fue derrumbada, junto con otras construcciones de vigilancia, en la segunda Revuelta Irmandiña de 1468 contra el dominio feudal en Galicia: “Era un época de malas cosechas, la gente estaba muy sometida a los señores que en teoría eran encargados de defenderlos, y a su vez los tenían muy controlados y avasallados. La torre fortificada significaba control absoluto. En el caso de Meira, aunque no está en el punto más alto del municipio, si se encuentra en un outeiro a 140 metros de altitud, y desde cualquier punto del valle, la torre se hacía visible y la población vivía preocupado de la vigilancia del señor”.

Un detalle de las labores de excavación. | // ÁRBORE

Puerta de entrada

La destrucción de las torres abrió paso después a la época de los pazos, en manos de señores, pero no señores guerreros, sin ese aspecto de fortaleza exterior, añade Benito Vilas.

Para la reexcavación, el equipo de arqueólogos partió de un pequeño trabajo que se realizó en 1986 que excavó parte de la torre. Lo que se hizo ahora fue reexcavar totalmente lo que se había hecho entonces, un cuadrante nuevo, de cuatro por cuatro, y en el exterior sacando a la luz el perímetro de la torre, con la intención de restaurarla y consolidarla. Hace 45 años se excavó y se volvió a cubrir con tierra. Además de poner en valor el perímetro de la torre, el objetivo que se perseguía en este nuevo trabajo era encontrar la puerta de entrada de la torre, ya que en su momento se hablaba que podía estar el cuadrante que habían excavado entonces. No se encontró esa entrada, pero tiene su lógica, explica el presidente de la Cooperativa Árbore Arqueoloxía, ya que se solían realizar en altura, no a nivel del suelo, para evitar los ataques.

Los restos de la fortaleza estaban prácticamente cubiertos por la tierra, salvo una esquina que estaba totalmente reventada. Los arqueólogos piensan que mucha gente se llevó parte de las piedras, como es lógico entonces, ya que eran piedras trabajadas y buenas.

Restos de la torre Árbore

Visitas guiadas

Benito Vilas asegura que a partir de esta semana van a empezar con los trabajos de consolidación de los muros, que serán remontados para que tengan la misma altura, y que la idea es que el complejo quede visitable y se hagan visitas guiadas con la Comunidad de Montes. De hecho, ya está atrayendo a muchas personas que suben hasta el monte para ver los trabajos y también disfrutan de las espectaculares vistas sobre Moaña y la ría de Vigo.

Para la puesta en valor del yacimiento se van a colocar unos paneles informativos e interpretativos, uno en la zona del merendero y abajo, y alguna señalización más.

El arqueólogo asegura que torres gemelas a la de Meira en la zona podría encontrarse en O Morrazo, la de Castelo de Darbo, en Cangas y el del monte Liboreiro, entre Cangas y Bueu. En ambos casos, a simple vista se ven parte del derrumbe, pero están sobre todo bajo tierra y formando parte de lo que hoy son miradores.

La segunda fase de los trabajos de restauración y consolidación de la torre de Meira podrían prolongarse a lo largo de dos semanas, aunque todo dependerá de las condiciones meteorológicas, ya que con lluvia es complicado trabajar.

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