Este martes un equipo de cuatro arqueólogos de la empresa “Árbore Arqueoloxía S. Coop” inició las excavaciones de la torre del homenaje de Meira, una estructura medieval ubicada precisamente en el llamando Monte da Torre y que durante la Galicia feudal se alzaba sobre todo el valle de Meira y Moaña. El Concello contrató los trabajos de excavación, restauración y puesta en valor, con la colaboración de los comuneros. La semana pasada se había acometido la limpieza de la cima y de otras partes del complejo defensivo. Los arqueólogos esperan emplear unos 20 días en la excavación y hasta cinco días, en función del tiempo, en la restauración de las cuatro paredes de la torre del homenaje central.

Parte del muro de la ladera, que quedó a la luz con la limpieza. | // G.N.

El ancho de la fachada trasera ya se puede ver, con más de un metro. La torre tendría un área de unos 36 metros cuadrados “y se calcula que debía medir unos 14 o 15 metros de altura, pero eso es imposible de saber”, explica el arqueólogo Benito Vilas. En la fase de restauración se levantarán unas dos filas más de piedras, ahora caídas, y los visitantes podrán ver la forma de la torre hasta una altura de más de 1,5 metros.

El ancho de la fachada trasera de la torre ya se puede ver. | // G.N.

Como una de las primeras novedades, la limpieza de la semana pasada dejó al descubierto la muralla ubicada en la ladera más pronunciada de promontorio, hacia la ría. “Era un muro de unos dos metros de altura, que permitía elevar el terreno a modo de terraza desde la base de la propia torre. Se utilizaba para poder vigilar todo el valle de Moaña y a los campesinos que trabajaban las tierras, además, tenía más una función de dar la sensación de fortaleza impenetrable que de defensa en sí, porque con esta altura no era necesaria”, apunta el arqueólogo.

Esta estructura fue sometida a un estudio en los años 70 del pasado siglo, pero nunca se encontró la puerta de entrada a la torre. Ahora los arqueólogos esperan identificarla. “Presumiblemente estará en la cara sur, hacia las actuales viviendas, porque era habitual que se obligase a rodear la torre para entrar desde el punto de acceso a la cumbre, para facilitar las tareas defensivas”.

Aunque la reconstrucción se centrará en la torre, la limpieza de los muros traseros dejará al descubierto el gran patio de armas, con restos de varias estructuras utilizados para guardar armas, herramientas o caballos. El actual desnivel trasero de esta montaña se identifica claramente con una muralla perimetral que tendría cerca de 7 metros de alto. La caída de parte de sus piedras hizo que esté cubierta con cierta inclinación. Las irregularidades del suelo en este punto sugieren “la existencia de un foso que podía tener entre 2 y 3 metros de profundidad y que se encuentra colmatado”, apunta Vilas.

Restos de la torre del homenaje, con Moaña y la ría al fondo. | // G.N.

El Monte da Torre saltó a la fama en el año 2010, cuando los artistas Xulio Lago y Roberto Brañas instalaron, por sorpresa, una silla gigante de madera que atrajo a miles de visitantes a disfrutar de las vistas sobre la ría. Precisamente los restos arqueológicos obligaron a desmontarla.

Cuando acaben las excavaciones será visitable un conjunto que ya cuenta con un petroglifo medieval señalizado. La intención es que el acceso desde la Autovía do Morrazo se señalice también indicando la llegada a esta joya arqueológica.

El petroglifo medieval del entorno, ya señalizado. | // GONZALO NÚÑEZ

La ocupación de la torre y del resto del complejo está documentada desde el siglo XV y perteneció a las casas nobiliarias de Meira y Valadares, aunque se desconoce de momento cuándo se levantó. Su derribo se remonta a las segundas Guerras Irmandiñas (1467-1469). Después, Pedro Álvarez de Soutomaior fue el que ordenó la destrucción definitiva de sus restos hasta la base, en el año 1476.