Hablando se entiende a la gente
Para gustos, colores, y la discrepancia política, y tanto o más las diferencias de opinión en cuestiones sociales, son ingredientes esenciales para la salud democrática. Mezclarlos con finalidad de inducir el vómito o buscando la indigestión son propios de cocineros perversos que no prueban la comida antes de servirla. Una buena mesa invita al diálogo y hace mejores amigos.
¡Despejen la sala!
Y sin dejar los ingredientes de una buena mesa, urge recordar que hay maneras de comprarlo más saludables que el apelotonamiento. Hay producto para todos y la plaza de abastos no debe parecerse al mercado bursátil de Tokio.