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Salvados por la radio

Los radioaficionados Emilio Costas e Ignacio Boubeta forman parte de la Red Nacional de Radio de Emergencia

Emilio Costas y Juan Ignacio Boubeta, radioaficionados.

Emilio Costas, natural de Bueu y de 60 años, trabaja en el Servicio de Prevención de Incendios de la Xunta y tiene licencia de radioaficionado desde hace 30. La pasión por la radio comunicación la tiene desde niño, cuando no había las redes sociales que hay ahora. Tiene un equipo base en su casa y otro portátil. Está en la Red Nacional de Radio Emergencia (REMER), dependiente de la Dirección General de Protección Civil del Ministerio de Interior, desde hace unos quince años. Él puede garantizar esa cobertura de comunicaciones para la cual fue creada la Red, con un sistema de carga por placas solares que le hace casi totalmente autónomo. Su radio tiene bastante alcance y no depende de ninguna instalación ni cable, por lo que puede dar cobertura de comunicación a las autoridades en caso de una catástrofe que hubiera hecho caer todo el sistema tradicional de comunicaciones o internet, como pudiera ser por una ciclogénesis explosiva. 

Precisamente en torno a una ciclogénesis, los integrantes de la Red en la provincia participaron el domingo pasado en un simulacro organizado por la Subdelegación del Gobierno de Pontevedra para comprobar la operatividad y cobertura de radio en caso de tener que ser movilizados. En la provincia hay 53 radioaficionados adheridos y se distribuye en cinco zonas de trabajo: Pontevedra-Morrazo, que cuenta con 14 (dos en O Morrazo); Caldas-Salnés, Vigo-Baixo Miño y Condado-Paradanta.

Radioclub “Os Paroleiros”, de Bueu, con Costas (centro) en 1994. Gonzalo Núñez

Emilio Costas fue una de las personas que animó a hacer este simulacro “para estar en activo porque el día que ocurra algo no es lo mismo si tenemos un pequeño entrenamiento”. Asegura que en Cuba, Estados, en todo el ámbito del Caribe, se suelen realizar con frecuencia porque es una zona muy afectada por los ciclones y caen las comunicaciones.

Aunque nunca se ha visto movilizado por una catástrofe de grandes magnitudes, sí que desde la radio ayudó a comunicaciones marítimas, de gente embarcada para dar un mensaje a la familia, cuando no había el teléfono vía satélite. Emilio Costas reconoce que en el espíritu del radioaficionado “está el tema de ayudar y de comunicar”. En su municipio de Bueu hay una tradición importante con un radioclub que se llamaba “Os paroleiros”. En los años 1994-1995 impartían cursos para la obtención de licencias de radioaficionado y hacían actividades de “caza del zorro”, nada que ver con la cinegética, sino de búsqueda de una estación que se escondía.

"En el espíritu del radioaficionado está siempre el ayudar y comunicar"

Emilio Costas - Radioaficionado de Bueu

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A este radioaficionado le gusta ir siempre que sale a caminar, con su equipo portátil. Muchas de las conversaciones que mantiene son por cuestiones técnicas y contacta con radioaficionados de la zona, del resto de España, de Argentina y otras partes del mundo. “Son contactos aleatorios, al azar. Cuando regreso del trabajo suelo, aunque no a diario, encender la radio y escucho estaciones que llaman, les contestas y si hay suerte, porque a veces no se dan las condiciones, entablas comunicación. Con extranjeros, el inglés es el idioma universal y si el nivel del idioma es bajo, te limitas a cosas técnicas”. Reconoce que con el confinamiento por el coronavirus, muchas estaciones que antes no se oían, volvieron a comunicar.

En Moaña forma parte de la Red Juan Ignacio Boubeta, de 45 años, un apasionado de las telecomunicaciones desde los 17, cuando no existía internet: “Era interesante conectar con personas de todo el mundo, con antenas que tú mismo montabas”. Gracias a esa pasión como radioaficionado fue desarrollando habilidades técnicas, estudió Electrónica y todo ello le fue abriendo las puertas del mercado laboral. Hoy trabaja en el Centro de Investigación Atlanttic, en la Escuela de Telecomunicaciones de la Universidad de Vigo.

"Las tormentas solares pueden provocar la caída de las comunicaciones"

Juan Ignacio Boubeta - Radioaficionado de Moaña

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Reconoce que la Red REMERestá ahí para que los radioaficionados que forman parte de ella puedan garantizar las comunicaciones en caso de una caída generalizada, bien por una ciclogénesis, pero también, y es en donde pone más énfasis, por las tormentas solares. Explica que la actividad del sol tiene picos de once años y que entre el 28 de agosto y el 2 de septiembre de 1859 ya se registró una tormenta en uno de esos picos, con una intensa llamarada del sol que provocó la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera y extensas auroras boreales, que convirtió la noche en día en todo el norte de América hasta Colombia, y provocó la caída de las comunicaciones de entonces, los telégrafos. Aquel fenómeno se le denomina evento de Carrington por el científico que lo describió. 

Dice que de repetirse aquella tormenta de Carrington en la actualidad, podrían dejar de funcionar los satélites artificiales y habría un apagón eléctrico, aunque quienes gestionan estos satélites “ya toman precauciones en su rotación para evitar las partículas de radiación del sol.” Señala que en un informe de la aseguradora alemana Allianz, se hace eco de que las tormentas solares son uno de los nuevos riesgos globales emergentes. Alerta de que el riesgo de apagón de amplio alcance asociado al sol tendría efectos cascada en los hospitales, que tienen un funcionamiento autónomo por unas horas; en el corte de suministro de agua, disposición de dinero en efectivo...pero también en la centrales nucleares. Y se centra en lo que pasó en la de Fukushima, en la que la pérdida del suministro eléctrico en marzo de 2011 condujo a un daño severo de tres reactores y una significativa emisión de radiación a la atmósfera, de todas formas, asegura respecto a esos picos del sol, que “vivimos en un valle”.

Montando antena en Ons con miembros de la sección de Rías Baixas la Unión de Radioaficionados de España (URRB). FDV

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