Lo que hoy es un complejo abandonado, en su momento no fue solo el motor económico de Cangas sino un referente a nivel continental. La conservera Massó, tal y como se recoge en el texto de la ruta cultural elaborada por el Museo Massó de Bueu, fue la primera de Europa, con fábricas en Cangas, Avilés y Barbate. La empresa se destacó asimismo por su carácter innovador, modernizando el proceso productivo y creando patentes que luego serían adoptadas por conserveras gallegas, españolas y europeas.

Massó, asentado inicialmente en Bueu, adonde la familia llegó en 1816, dio el salto a Cangas adquiriendo la fábrica y fincas de Paganini en O Salgueirón. Allí construyó una nueva factoría en plena Guerra Civil Española y poco a poco ampliaría el complejo con terrenos en Punta Balea para extender sus dominios hasta la playa de Areamilla y en su zona alta con la carretera que une Cangas y Aldán.

La ruta explicará las diferentes construcciones que formaban parte de este complejo industrial. La más significativa es la fábrica conservera, levantada entre 1938 y 1940 y un referente en la época por su pionera utilización del cemento armado y por sus muros acristalados, que le conferían una luminosidad única, llegando a ser bautizada como el "Gran Casino de la Sardina". Destaca también la gran chimenea de ladrillo para dar salida a los humos de la caldera y el edificio que albergó un almacén con cámara frigorífica para la anchoa. Otros edificios singulares son el hotel para el personal, las viviendas para los empleados y el administrador de la conservera, así como el economato y comedor o la guardería.

Dentro del complejo también se encuentra la factoría ballenera de Punta Balea, erigida en la década de los 50 y que es uno de los escasos ejemplos de este tipo que se pueden encontrar en los tiempos actuales en Europa.